05/05/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
La experiencia histórica demuestra, basta la ira frente a la injusticia, ni la defensa reaccionaria del sistema de capitalismo salvaje -incluida la Constitución que lo creó- para darle futuro al país. El exceso de cambios o la mano dura para no hacerlos, generan miedo al futuro y pesimismo ante el resultado electoral.
Algunos pronostican un cataclismo y el fin de la República del Perú como democracia. Lo dijo Steve Lewinsky, el gringo polítologo de Harvard, “en el Perú no viene el comunismo, eso es un chiste”. Que algunos crean que pueden hacer una revolución express choca con una realidad maciza como un granito: no tienen mayoría en el Legislativo. Y que nada cambie nos llevará a ser un mix de Colombia y Chile, que sería Guatepeor.
Además, la gente les está dando confianza para hacer “algunos cambios” dicen 56% de los electores y más del 30% “un cambio total”, según IPSOS, apoyan la idea de una Asamblea Constituyente. O sea que los que plantean hacerlo no son comunistas, representan una clara voluntad popular de más del 80% de peruanos... Como lo dijo Luis Pásara en un brillante artículo: “un papel no cambia un país”. Pero, agrego yo, vaya si ayuda al proceso de cambio.
Ponerle un cinturón de castidad al capítulo económico tampoco sería una buena idea. Demasiados peruanos sienten que es hora de una "nueva anormalidad", esto es una economía que sirva más al país y su gente, con una nueva estructura de estado diseñado para darle más bienestar a todos. El chorreo no funciona en estos tiempos de cruel suspensión perfecta de labores.
No hay otro camino, debe darse una discusión sobre la vieja Constitución, ponerse de acuerdo y diseñar el proceso. Una primera etapa debe permitir reformas en la que todos los grupos políticos pueden estar de acuerdo. Medidas que el 28 de Julio podrían presidir la agenda de la primera legislatura. Así, para el Bicentenario de la Batalla de Ayacucho de 2024, deberíamos contar con una reforma o documento constitucional nuevo. Sin guerra civil y sin millones.
Los protagonistas principales de esta elección no entienden la "nueva anormalidad". No se han informado del cataclismo de cambios que se vienen en el capitalismo mundial, que se aleja del neoliberalismo. Mientras el socialismo participativo, basado en la democracia igualitaria, es la nueva onda anunciada por Thomas Piketty.
Nuestros candidatos presidenciales revelaron en Chota que tienen viejas ideas, como eso de creer en un “modelo económico” sacrosanto y una Constitución que no puede cambiarse.
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