OPINIÓN | Ántero Flores-Aráoz: "Educación: desatinadas decisiones"
Concepto generalmente aceptado, es que en la escuela pública como en la privada, por un lado, hay que instruir al alumno para su vida futura, con materias tanto de letras como de ciencias, principalmente las matemáticas, además de otras disciplinas como la educación física que sirven para enfatizar el dicho “mente sana en cuerpo sano”, fortaleciendo la salud física y la disciplina.
Pero, tan importante como la instrucción, es la educación, para lo cual hay que formar al educando en valores, que son tan necesarios para tener en el futuro personas solidarias, comprometidas con el país, su mejoramiento en las relaciones sociales y la situación económica, que permita la elevación de los niveles de vida de la población, pero al mismo tiempo, la afirmación de virtudes como la honradez, la honorabilidad, la decencia y el patriotismo entre muchas otras, al igual que la expulsión de la corrupción de nuestras costumbres, sobre todo en el manejo de la cosa pública.
Mucho contribuyó en décadas pretéritas, a la formación, distinta de la instrucción, cursos como ética y educación cívica, que fueron desplazados, con los pésimos resultados que hoy en día afrontamos. Solo quedó el curso de religión, que indiscutiblemente contribuía a los valores anteriormente descritos, así como para la preparación de un fin trascendente para la humanidad.
Las autoridades del Sector Educación, dentro del cúmulo de sus desatinadas decisiones en los últimos tiempos y, bajo la motivación de la suspensión de clases presenciales por la pandemia, sustituidas por clases virtuales o a la distancia, seguramente consideraron que la religión, o estaba obsoleta o servía para muy poco y, en buena cuenta la suprimió de las clases por medios digitales. Consideraron las autoridades del MINEDU que el curso de religión era transversal y no se incorporó a la plataforma “Aprendo en casa”.
Sospechamos que la pandemia del Covid-19 fue un pretexto para ir descartando de la currícula escolar el curso de Religión, más cuando por una norma de menor nivel (Resolución Vice Ministerial N° 093-2020-MINEDU), perpetra el estropicio.
Gravísimo error de SUNEDU, pues está transgrediendo un tratado internacional, como es el celebrado el 19 de julio de 1980 entre el Estado Vaticano y el Perú, aprobado por el Decreto Ley 23211, que establece que se “continuará impartiendo (la religión) como materia ordinaria”. Esto por supuesto que no atenta contra la libertad religiosa que nuestra Constitución consagra, libertad desarrollada en la Ley 29635, que permite a los estudiantes ser exonerados del curso de religión, de así disponerlo sus progenitores.
Hemos indagado, aunque sin poderlo corroborar, si las autoridades diplomáticas de El Vaticano, como es su Nuncio Apostólico en el Perú, han expresado el malestar de la Iglesia por la supresión, con ropaje de suspensión, a la que nos hemos estado refiriendo. Tampoco se tiene noticias si la Conferencia Episcopal Peruana alzó su voz de protesta, o si el nuevo Cardenal, el arzobispo de Huancayo, con tanta exposición mediática, ha protestado. Similar ausencia se ha advertido en el Arzobispado de Lima.