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Diez años sin Ernesto Sábato, el físico que abrazó la literatura

"Por la mañana me sepultaba entre electrómetros y probetas, y anochecía en los bares, con los delirantes surrealistas", contaba el escritor.

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02/05/2021 / Exitosa Noticias / Cultural / Actualizado al 09/01/2023

Hace más de diez años que Ernesto Sábato partió a la eternidad. El autor de 'El túnel', 'Sobre héroes y tumbas', y 'Abaddón el exterminador' murió un 30 de abril de 2011. Era ensayista, novelista, físico y pintor argentino, e inspirador de una generación de escritores.

Era un hombre entre el arte y la ciencia, la resistencia y la oscuridad. Fue luego de años de estudios e investigación, dejó la física para dedicarse a la literatura. Escribió libros fundamentales de la narrativa argentina y se convirtió en un escritor e intelectual que recibía halagos y críticas por sus posiciones políticas.

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Para varias generaciones, su gran libro es 'El túnel' la que ninguna editorial quería publicarla. Consiguió el préstamo de un amigo suyo, Alfredo Weiss, y finalmente se publicó en la editorial de Ocampo, Sur, en 1948. Es una novela psicológica, también existencialista, que fue celebrada en su época pero también y en las décadas siguientes se metió en el canon argentino de una forma insoslayable: durante años se leyó en las escuelas.

Lo primero que vuelve a Sábato un escritor interesante, distinto, es su salto de la Física a la Literatura, ambas disciplinas con mayúscula. Cuando terminó la primaria en Rojas, en 1924, partió a La Plata, al Colegio Nacional. Cinco años después ingresó en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de la Universidad Nacional de La Plata donde obtuvo el Doctorado en Ciencias Físicas y Matemáticas en el 37.

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Luego, con el apoyo de Bernardo Houssay, consiguió una beca para estudiar en París. Ahí entró en contacto con el movimiento surrealista y la literatura se impuso. “Por la mañana me sepultaba entre electrómetros y probetas, y anochecía en los bares, con los delirantes surrealistas”, cuenta en Antes del fin.

Tenía 99 años -55 días más y alcanzaba la edad centenaria- cuando murió. No hubo ceremonia en el Congreso de la Nación. Lo despidieron en el club Defensores de Santos Lugares. Al fin de cuentas era un escritor. Simplemente un escritor.