OPINIÓN | Víctor López: "Ni veracidad, ni objetividad, ni pluralidad"
Los medios de comunicación son “el quinto poder”. Tener un diario, radio o canal es tanto o más importante como tener un partido. Sus propósitos son distintos, o debieran serlo. Los medios, informar y comunicar en forma adecuada y oportuna, con veracidad, objetividad, pluralidad. Sin parcializarse con nadie, ni con nada. Los partidos, representar a sus militantes, simpatizantes y electores. Gobernar con eficiencia y transparencia. Pugnando por el desarrollo económico, el progreso social y la modernización gubernamental.
En el país, ni uno ni otro cumplen con su cometido. Los partidos se encuentran en crisis integral de identidad, compromiso, representación, organización y liderazgo. Tanto los históricos, peor los emergentes. La mayoría cree que los políticos son incapaces y corruptos. No tienen confianza ni credibilidad en los gobernantes. Algo parecido expresa de los medios a los que les cree poco, pues intuye, sospecha o está convencido que defienden intereses económicos y políticos. Adversa a ambos, pero no prescinde de ellos. La democracia se sustenta en partidos y tiene que votar por unos. Tampoco puede dejar de informarse y tiene que acceder a algunos.
La ventaja que tienen los medios sobre los partidos es que están en forma permanente. En tanto que informan y comunican pasan piola con el cuento de la supuesta “veracidad, objetividad y pluralidad” que no es tal; sobre todo en los gobiernos de Vizcarra/Sagasti. Porque nunca han estado tan entregados y sometidos al poder político. Igual o peor que durante el régimen autoritario y dictatorial de Fujimori/Montesinos. Entonces se les pagaba secretamente en efectivo (con grabación incluida) en las instalaciones del SIN. Ahora se financia abiertamente vía exagerada publicidad innecesaria y se les facilita líneas de crédito regalón a bajas tasas de interés con el “cuento de la reactivación”.
Lo más grave es que los periodistas de estos medios también son mermeleros como sus patrones a quienes ayudan servilmente con sus parcializadas interpretaciones de los acontecimientos y con sus opiniones sesgadas en tergiversar las ocurrencias políticas con el objeto de no cuestionar al poder incapaz, corrupto e indolente que los financia en forma indirecta y directa. Porque existen evidencias que familiares de connotados periodistas se han beneficiado con jugosas asesorías, consultorías y contratos públicos. Ello explica la sospechosa defensa cerrada y obtusa de un gobierno explícitamente inepto e inmoral, absolutamente falto de empatía, que ha manejado de lo peor la crisis sanitaria, económica y social generada fundamentalmente por la pandemia.
Estos medios de comunicación y periodistas que ingresaban sibilinamente a Palacio de Gobierno (a coordinar y recibir órdenes) son tan culpables como los propios gobernantes a quienes sostenían (desde la pantalla, el micro o el papel) engañando, mintiendo, burlándose de la buena fe de la gente que los sintonizaba o leía creyendo en la veracidad, objetividad, pluralidad que nunca existió. Merecen el repudio de la opinión pública. Y también tendrán mucho que decir a la Comisión de la Verdad sobre la Pandemia, que se tiene que constituir.
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