02/11/2020 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Tenemos problemas históricos y estructurales no resueltos. Ilegalidad, informalidad. Ineficiencia, corrupción. Falta infraestructura colectiva: carreteras, ferrocarriles, hospitales, colegios. Y también familiar: agua, desagüe, luz. Igualmente, supraestructura: educación, cultura, justicia. Carecemos de instituciones que funcionen con capacidad y transparencia. Ni partidos, ni Estado consolidados. Tampoco políticos, ni estadistas. Antes, ser país OCDE era un cuento; ahora peor.
Las dificultades presentes y coyunturales se han agudizado por la pésima gestión de la pandemia y la economía. Estamos entre los peores del mundo. Por tanto, los desafíos ahora son mayores que antes. Para enfrentarlos y superarlos se requiere lideres con lucidez y coherencia, con aptitud y actitud, con visión y misión, con objetivos y metas. Casi todos los partidos, sus candidaturas presidenciales y sus equipos, no reúnen los requisitos básicos de capacidad y comportamiento para asumir los desafíos del país.
Son cuatro los retos importantes y urgentes. Primero, el desafío sanitario con eficiencia y transparencia que ha faltado. Hacer y rehacer. Con tanto dinero disponible se compró tarde y mal. Se impuso la mentira, la incapacidad y la corrupción. Se pudo evitar muchas muertes. Tendrá que haber una Comisión de la Verdad. Segundo, el desafío económico, para reactivar la inversión, el empleo, el ingreso, el consumo. Sobre todo, la informalidad que ha crecido más con la pandemia. Aumentar producción y productividad, exportaciones e importaciones. Operar los grandes proyectos mineros paralizados. Tercero, el desafío social, de la alimentación, la vivienda y los servicios básicos y la educación. Ha crecido la pobreza y la desigualdad. Cuarto, el desafío político de la gobernabilidad democrática de hacer funcionar al Estado en su integralidad desde el diálogo y el acuerdo; incorporando lo más posible a todos los agentes económicos, actores sociales y protagonistas políticos.
¿Están los actuales partidos y candidatos en condiciones de asumir tales desafíos? Muy pocos. La mayoría no tienen calidades, ni conductas. En su paso por el gobierno no han demostrado condiciones, ni carácter. Otros quieren dar el gran salto de la nada al ser. Los pocos con experiencia exitosa pública y privada carecen de estructuras partidarias y equipos propios. Todo es cedido, prestado, alquilado o comprado. Faltan identidades y compromisos ideológicos, políticos, programáticos con el país y con el pueblo. No garantizan coherencia ni incumbencia. Así han sido los últimos gobiernos. Porque no hay auténticos partidos ni políticos. Más grave todavía, hay indicios de claros intereses de las más altas esferas del poder para que ganen sus amigos que aseguren impunidad. Basta ver quiénes están a favor y en contra de la vacancia. No es nuevo. Viene pasando. Por eso, es que en varias listas hay “resucitados de gobiernos anteriores”. Todo es posible.