20/10/2020 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
La victoria política electoral del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, derrotando a la derecha en sus distintas expresiones, que promovieron o avalaron el golpe de Estado del año pasado; y el inminente triunfo de las fuerzas progresistas y democráticas de Chile en el plebiscito del próximo domingo para iniciar un proceso constituyente orientado a la aprobación de una nueva Carta Magna que deje atrás la herencia pinochetista, afianzan el camino de cambios profundos que demandamos los pueblos latinoamericanos.
Simultáneamente, en Ecuador, el binomio Arauz-Rabascal, que representa al Centro Democrático-Unión por la Esperanza, quedó habilitado para postular en los comicios del próximo 7 de febrero, pues el Tribunal Contencioso Electoral negó el recurso planteado por sus opositores, ligados al gobierno de la contrarreforma de Lenin Moreno.
Lo sucedido en Bolivia, lo que acontecerá en Chile y lo que podría ocurrir en Ecuador expresan una nueva tendencia latinoamericana, que todavía no es irreversible, aunque marca un derrotero diferente al ultraliberalismo y el mercantilismo; partiendo de representar y articular las demandas populares-ciudadanas construyendo alternativas transformadoras en cada país, promoviendo vías nacionales de acuerdo a cada realidad concreta.
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La reestructuración a fondo del Estado, el impulso a una economía en función del bienestar y la prosperidad de las grandes mayorías y no de un pequeño grupo de privilegiados, la firme defensa de la soberanía, la ampliación de derechos, la mayor equidad social y el respeto a las diversas culturas son algunos de los aspectos programáticos básicos comunes; además, obviamente, de promover una efectiva integración de América Latina para interactuar en mejores condiciones con las potencias mundiales.
En Bolivia hubo un golpe de Estado hace casi un año, que fue negado por el gobierno de Trump y los grupos de poder de nuestros países. El pueblo hermano del Altiplano sacó las debidas lecciones de lo sucedido y reagrupó fuerzas en torno al liderazgo compartido de Luis ArceDavid Choquehuanca, retomando lo trazado por Evo Morales, quien ahora asume otro rol.
En Chile, un año después de las multitudinarias protestas callejeras, y transcurrido medio siglo desde que Allende fuera elegido presidente constitucional, asistimos al debilitamiento del gobierno ultraliberal de Piñera y todo parece indicar una nueva Constitución reemplazará a la impuesta por Pinochet. Mientras tanto, en el Perú se siente pasos para que haya nuevos vientos. Todo depende de nosotros.
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