16/06/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Frente a las puertas de los hospitales amanecen largas colas con aspirantes a vacunarse. Los reporteros madrugadores, y también lo llamados “lechuceros”, suelen conversar con las personas ubicadas en los primeros lugares.
Todo es un lamento.
Todos se quejan:
“Yo llegué a las 5 de la mañana y estaba en el tercer puesto. Mire ahora estoy en el número cincuenta”. De inmediato la pregunta del reportero, “¿Y qué pasó...”
“Esas personas se fueron ubicando adelante y van vendiendo los sitios”. Testimonio sin quitarle ni ponerle una palabra más.
Los primeros lugares son, la mayoría de las veces, para gente de edad. Mayores, pero postergados. Arrugas en manos y rostros. Eso no tiene valor.
Mirando cómo se actúa. Nos imaginamos, mirando desde afuera, algo así como una empresa organizada. Nos imaginamos eso porque, el hecho, los sucesos se repiten IGUAL en todos los sitios donde se aplican las vacunas.
Algo nos llama la atención: ¿hasta dónde existe esa libertad para que los “delincuentes de colas”, los “ladrones de fila” actúen con tanta libertad?
Los “cleptómanos de lugares” están en todo el país y, el despojar a quienes estuvieron horas y horas, cuidando un sitio, es similar. En todas partes encuentran las mismas facilidades.
La policía, ¿hasta dónde tiene la posibilidad de actuar? Puede o no puede intervenir. Se debe buscar un sistema donde el respeto, por los lugares de las filas en las puertas de los vacunatorios, mantenga el orden. Mano dura no le hará mal a nadie. Ganará el orden. Se impondrá el respeto. Respeto totalmente ausente.
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