OPINIÓN | Miguel Humberto Aguirre: "Apaguemos los pirotécnicos"
Este año, la Nochebuena, no tuvo la imagen de los pirotécnicos en el cielo como era costumbre. Muchas entidades, incluyendo a la televisión extranjera, que ha programado “música para las mascotas” han salido al encuentro de los pirotécnicos.
La mezcla de carbón, azufre, nitrato, más el invento de los chinos en el siglo IV, la pólvora, que ilumina los cielos, expresada con la pirotecnia, si de verdad es una belleza, transmiten, en la “tela del cielo”, imágenes de inspiración abstracta. Pero todo no queda allí. Las manifestaciones pirotécnicas no solo se recuerdan, como es ahora, por celebraciones de Navidad o fin de año. Fueron expresiones observadas en ceremonias religiosas donde, el pueblo, era parte de aquellos momentos. Otros los recuerdan en los campos de batalla
Pero en la actualidad, los fuegos artificiales, también provocan serios problemas en grupos de niños olvidados: los menores autistas.
Cuando los fuegos estallan en el cielo, los pequeños autistas se tapan los oídos. Lloran. Poseen ellos una hipersensibilidad a los sonidos. Consultamos las reacciones, con alguien cercano a un niño autista. Nos señaló que, en el menor, se producía una conexión entre las amígdalas y la corteza cerebral. El ruido se le multiplica y aumenta las detonaciones. Crea marcada angustia en el pequeño abandonado afectivamente en ese momento. El menor se angustia. Pierde todo control y no reacciona con alguna tranquilidad.
Viene la nota de Año Nuevo. Para muchos, oportunidad de iluminar el cielo con petardos y voladores. Paremos la mano. Las casas con niños autistas y asperger viven un drama. Cuidemos los pirotécnicos. Miremos a nuestro lado, y más allá.