21/10/2020 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
El nuevo presidente del Alto Perú, Luis Arce Catacora, es uno de los mejores economistas de América Latina, graduado en la célebre Universidad de Garwick, Inglaterra.
La gente votó por él para que le dé una salida a su país en medio de la crisis. Y premió a Evo Morales con una reivindicación histórica, emocionante, sin precedentes: fue víctima de una farsa para sacarlo del poder.
Arce logró un resonante éxito en su gestión, y demostró varias verdades: se puede confiar la billetera de un país a un izquierdista, el buen gobierno no es monopolio de la derecha, Evo no cree en la robolución, y los pobres tienen más progreso y futuro con un gobierno de ellos.
¿Por qué la izquierda local, o algunos de sus representantes, siguen insistiendo en adular a los líderes cubanos y a los venezolanos, y no a Mujica, Bachellet, Correa, el propio Lula, que son ejemplos de regímenes que unieron a sus pueblos, en lograr progreso y más justicia? Porque son presos de una idea y no distinguen un principio central de la política y la economía: el éxito es un criterio de verdad.
Y el éxito económico es determinante para que los pobres dejen de ser pobres y, para lograrlo, generalmente, hay que dejar que existan los ricos y la empresa privada -sin evadir impuestos-siendo el mercado la herramienta más útil para asignar los recursos de la sociedad.
La República Popular China es el ejemplo más claro que estamos en la era del Socialismo de Mercado. O del capitalismo popular o de izquierda, llámenlo como quieran. Pero no propongan a los ciudadanos peruanos irse a vivir a Venezuela o a Cuba, porque perderán las elecciones del 2021.
A pesar de haber sido tratada como la fea de la boda, acosada por el fracaso de Venezuela por Lativarios años, el 2016 la izquierda peruana alcanzó casi 3 millones de votos. Hoy la clave está en su discurso y su oferta. Si su oferta la representan gente como sus más destacados economistas, con experiencia de gestión del estado, y un manejo realista para superar el neoliberalismo, habrá un salto cualitativo en el rol electoral de su sector político. Con oro y agua todo se puede, sin agua y sin oro, el desarrollo es imposible.