OPINIÓN | Gabriel Bustamante: "¿Quién es un criminal mayor, el que roba un banco o el que lo funda?"
La ley contra la usura N°31143 obligó al Banco Central de Reserva - BCR a colocar topes a las tasas que cobraba el sistema financiero, que muchas veces llegó a 200% sin ascos ni miramientos, incluso, en plena pandemia 2020. Julio Velarde, el renovado presidente del BCR, criticó duramente esta ley “...es una norma bastante mala...es una medida claramente populista...” dijo, empero, tuvo que acatar y confirmar la tasa máxima de 83.4% para el semestre mayo a octubre 2021.
El negocio bancario o de intermediación financiera consiste en captar dinero de nosotros, para prestarlo también a nosotros; o sea, nos pagan menos de 1% por nuestros ahorros y ese mismo dinero nos lo prestan, ahora, a 83.4%. Así se descomponen estas tasas usureras:
1) La tasa de Fondeo, que es la tasa de interés que pagan a los ahorristas. 2) Los gastos operativos o administrativos como planillas, infraestructura, etc. 3) Provisiones por el riesgo contra los “cabeceadores”, y 4) La ganancia o rentabilidad que va directo al bolsillo de los banqueros. Este cuarto ratio de las ganancias es abismalmente diferenciado con los otros tres, lo que se demuestra con algunas cifras, oficiales, de quien ocupa el 1er lugar, el BCP. Veamos, en años prepandemia 2018 y 2019 sus ganancias eran el 36% de sus ingresos financieros, es decir S/10´000,000 diarios. Y, oído a la música, los gastos operativos eran también del orden del 36%, es decir de S/10´000,000.00 diarios. ¿raro no?
Julio Velarde grita a los 4 vientos que fija muy a su pesar la tasa máxima de 83.4%, pero calla estruendosamente, que adicional a esta usurera tasa, quienes pedimos dinero prestado, adicional a la tasa activa señalada, pagamos un seguro de desgravamen, una abusiva membresía y si nos demoramos un día nos aplican insospechadas moras y penalidades.
A la famosa frase que acuñó Bertolt Brecht, que da título a nuestra columna, informo que en 1802 el Pdte. norteamericano Thomas Jefferson envió una carta a su secretario del Tesoro Albert Gallatín: “Pienso que las entidades bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que todos los ejércitos listos para el combate. Si el pueblo estadounidense permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos privados y todas las entidades que florecerán en torno a ellos, privarán a los ciudadanos de lo que les pertenece, primero con la inflación y más tarde con la recesión, hasta que sus hijos se despierten, sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron”. Lo dijo hace 220 años.
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