07/07/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Chan Chan y Machu Picchu son viejos y anticuados. ¿Qué les parece si usamos bulldozers y los convertimos en dos maravillosas urbanizaciones de uso turístico? Chan Chan, por su situación costeña, podría competir con Aruba y Punta Cana, ¿no lo creen?
Con ese tipo de criterio, el Ministerio de Cultura acaba de cesar definitivamente y sin darle las gracias por sus 30 años de servicios como director del Museo de Tumbas Reales de Lambayeque a uno de los arqueólogos más conocidos del mundo, el peruano Walter Alva.
¡Happy birthday! probablemente quiso decirle la gélida resolución directoral de ese ministerio que le fue enviada el día de su cumpleaños y declara vacante su cargo.
Era febrero de 1987, Walter Alva (Contumazá, 1951) con Susana Meneses, Lucho Chero y un equipo de valerosos científicos, encontraron al Señor de Sipán, en Lambayeque, en un descubrimiento de tanta trascendencia como el hallazgo del faraón Tutankamón, en Egipto.
Fue una hazaña digna de Indiana Jones en la que los arqueólogos tuvieron que enfrentarse a tiros y machetazos con una banda de huaqueros que pretendía saquear aquella tumba. Alva ha sido eficaz en la defensa del patrimonio histórico y la gestión del Museo de las Tumbas Reales, así como otros proyectos que ahora se quedan truncos sin su valiosa dirección.
Para que sepan los mezquinos burócratas culpables de este desaguisado, un trabajo científico no culmina en un hallazgo. Como lo dice Alva, “Durante los días en que descubrimos el Señor de Sipán, a medida que desenterrábamos sus atuendos regios, comenzamos a pasar de sorpresa en sorpresa. La mayor fue encontrar que todo contenía un lenguaje. Eran las claves simbólicas que rigen a los hombres y a los dioses en el universo de los mochicas”.
No son culpables el brillante escritor que dirige el ministerio ni mucho menos el primer mandatario decente en varias décadas. Lo son en cambio las mafias burocráticas que infestan el edificio de San Borja. En muy poco tiempo, se han repartido los pasajes a la Feria del Libro de Guadalajara (vedando acceso al mismo presidente de la Cámara del Libro) y el año pasado negando el premio nacional de literatura a la excelente novela “La Perricholi” de Alonso Cueto. Por fin, se nombran jurados y comités de evaluación entre los mismos grupos. Hay que ponerles atajo o sacarán sus bulldozers a recorrer Pachacamac.
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