04/10/2020 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
A veces, medito sobre lo que nos pasa a los peruanos, incluyendo expresamente y en lugar preferencial a los medios de comunicación. Durante varias semanas la atención nacional, en plena pandemia con graves consecuencias sanitarias, económicas y laborales, lejos de estar concentrada en la búsqueda de soluciones, nos han tenido supuestamente “entretenidos” en ser veedores de un grotesco espectáculo, de un sujeto que se hace llamar "Richard Swing".
El mencionado individuo, con artes histriónicas de pésimo gusto, saltó al escenario nacional, al haber sido contratado por el Estado, nada menos que por el Ministerio de Cultura, pero no una vez sino varias y, en distintas gestiones ministeriales del actual gobierno del presidente Vizcarra.
Tratándose del Ministerio de Cultura, algunos ilusos habrían creído que las contrataciones eran para difusión cultural, para hacer los libretos de algún concurso literario, para la puesta en escena de obra teatral, o quizás para hacer el estudio de la interculturalidad amazónica. No señor, ni se lo sueñen, su contratación fue para charlas motivacionales, quizás adecuadas para la deformación de payasos, pero no para algo serio que mereciera la pena.
El escándalo creció cuanto se tuvo noticias de sus diferentes visitas a Palacio de Gobierno, generando sospechas que sus contrataciones, con dinero proveniente de nuestros impuestos, habían sido dispuestas por el presidente de la República, quien presumiblemente pagó servicios de campaña electoral con plata de todos y no de su bolsillo.
Pero como sabemos, allí no termina el estropicio, se filtraron audios en que aparentemente en conversaciones del presidente Vizcarra con sus subordinados, trataban de esconder las visitas del chabacano e histriónico personaje al Palacio de Pizarro o por lo menos maquillar los motivos de ellas. Tan horrendo es grabar soterrada e inconsultamente conversaciones, como la voluntad de esconder la verdad, por lo cual llegamos hasta el triste espectáculo de observar un nuevo intento de vacancia presidencial.
Siendo el escándalo de magnitud sustantiva, entró a tallar el Ministerio Público, a través de los fiscales competentes para ello, con la finalidad de investigar tamaños despropósitos en que había contrataciones indebidas, ilegal utilización de recursos públicos, ocultamiento de la verdad y acciones para disfrazar lo sucedido. Lo que no esperábamos era que la acción de la Justicia se hiciera compitiendo con el histrionismo de quien inició todo este deplorable espectáculo, que nos hace aparecer como una republiqueta bananera.
El espectáculo iniciado de madrugada, con inusitado despliegue de fiscales, acompañados por decenas de policías, para detener a las personas involucradas en el escándalo inicial, allanar domicilios, incautar documentación y otros bienes; fue tragicómico, de lo que dio cuenta la prensa ininterrumpidamente. Se puso chalecos policiales a los detenidos, se les llevó enmarrocados a la Prefectura y, encima, flanqueados por otros custodios del orden, como si hubiesen sido encontrados en flagrancia y no para una investigación inicial.
Al igual como alzamos nuestra voz de protesta, cuando se produjeron exageradas detenciones preventivas, también elevamos nuestro enojo por estas detenciones preliminares, que no por breves dejan de ser abusivas, más cuando con ello se facilita contagios en esta crisis sanitaria.