OPINIÓN | Ántero Flores-Aráoz: "Es humor no odio"
En el título de esta columna me estoy refiriendo a las caricaturas, que deberían ser una forma de transmitir humor, de hacer más agradable la vida de quienes las visualizan, de hacernos reír o por lo menos sacarnos una sonrisa.
Como se dice, contrario sensu, las caricaturas no son para agraviar, menos para sembrar odios ni propiciar divisiones entre las personas, ni engendrar tampoco ánimos de revancha y sentimientos perversos.
El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) define la caricatura como “dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien”. Agrega como otra acepción “obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto”. Una última definición, aunque con carácter despectivo es “obra que no alcanza a ser aquello que pretende”.
Como se advierte, insistimos que la caricatura es humor, en cierta forma dibujo burlón, pero no insultante, ni nada que se le parezca. Una distinguidísima periodista, profesora universitaria y exparlamentaria, Fabiola Morales Castillo, editó un libro esclarecedor de todo lo que significa el periodismo de humor, que puede ayudar a comprender la temática.
Seguramente el lector de esta columna se preguntará el motivo de los pensamientos que hemos vertido y, la respuesta es muy simple, el pasado 15 de junio un diario de nivel nacional publicó lo que según él pretendería ser una caricatura y le puso “Lo mejor de ......”, agregando el apelativo del artista.
El dibujo es un muro divisor, con alambres de púas en su cima, que divide una urbanización formal y de viviendas cómodas, costosas y elegantes, de un barrio popular, con viviendas precarias, sin servicios y levantadas con materiales no adecuados, por decir lo menos.
La imagen ¿causa risa? ¿es inspiradora de alguna sonrisa? ¿nos hace la vida más llevadera? ¿baja nuestro estrés por la pandemia? ¿nos da tranquilidad sobre el proceso de determinación del resultado electoral? Por supuesto todas las respuestas son negativas, merecen un rotundo NO.
Para quienes viven en modestas viviendas, tugurizadas, sin servicios, que no protegen de las inclemencias del tiempo, es lógico que las imágenes a las que nos referimos generen encono y podría ser que también una suma de envidia y clamor de cambios, frente a quienes están en inmejorable situación pasando la valla que los separa.
Soy contrario a todo muro que separe a seres humanos, tenemos que buscar concordia, unión y solidaridad entre las personas, desterrando todo lo que aísle a unos respecto a otros, pero no es legítimo y menos justo, crear inquina y sentimientos negativos entre compatriotas.
El hecho de tener condiciones de vida de alta calidad no significa necesariamente que se hayan logrado mediante acciones dolosas, pues generalmente son fruto de trabajo intenso y fructífero de generaciones.
Lo que tenemos que hacer, es laborar con esmero para que todos puedan tener igualdad de oportunidades y que con su esfuerzo puedan salir de la precariedad para entrar al bienestar y prosperidad.
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