OPINIÓN | Ántero Flores-Aráoz: "Confianza e inversión"
Muchas veces he escrito sobre una cadena virtuosa de varios eslabones, en que el último de ellos es el bienestar general, que para lograrlo se requiere que haya trabajo digno y adecuadamente remunerado que es el anterior eslabón, que si seguimos la cadena tiene otro precedente que es la inversión, al que antes encontramos otro como que es necesaria la tranquilidad interna, a lo que se agrega tributación justa, estabilidad de las reglas de juego (normas legales) y administración de justicia independiente y autónoma.
En contraposición con la cadena virtuosa, se encontraría la cadena tortuosa en que no se puede generar bienestar pues no hay trabajo y no hay trabajo porque no hay inversión, y no hay inversión porque hay intranquilidad social, lo que se agrava con tributación abusiva, cambiante normatividad legal, y por último administración de justicia dependiente del poder gubernamental.
Más que evidente que la cadena virtuosa se consigue cuando impera la democracia como sistema político, pero sin ella, como son los regímenes socialistas y comunistas, no se podrá conseguir la elevación de niveles de vida ni el bienestar general, salvo el de los dictadorzuelos de turno.
Pocos días atrás, llegó a mis manos unas reflexiones de Ricardo Carrión, a quien no conozco, pero me impresionaron positivamente. En ellas expresaba que “... un país crece sustentado única y exclusivamente en la confianza para invertir”.
Explicó que Camisea existe porque alguien decidió invertir miles de millones de dólares, generando decenas de miles de puestos de trabajo. Agregó que el complejo minero de Las Bambas se logró porque los inversionistas pusieron su capital para ello, y por eso existen importantes ingresos por regalías y por impuestos, en adición a miles de puestos de trabajo, directos como indirectos.
Podríamos seguir relatando muchas otras importantes inversiones, pero realmente a lo que vamos es a incidir sobre las expresiones del candidato presidencial y de los directivos del Partido “Perú Libre”, que lejos de hacer honor a esa denominación política, lo que lograrían con sus ideas es convertir al Perú al comunismo, sin inversión, sin confianza, sin posibilidades de desarrollo y con dependencia a otros países que siguieron ese mal ejemplo y que hoy están en la inopia como Venezuela.
El observador de las expresiones de los directivos y militantes de Perú Libre, al que nos hemos referido, y que el autor de esta nota avala en todos sus términos, manifiesta que, si se pretendiera la nacionalización o estatización de los grandes emprendimientos de capitales foráneos, ello nos llevaría a arbitrajes internacionales que perderíamos con toda seguridad, pues ellos se establecieron para garantizar inversiones, no para destruirlas.
Nos dice también que las clasificadoras de riesgo, pondrían al Perú en una situación penosa, que llevaría al aumento de intereses y a hacer inmanejable nuestra deuda externa, con la consecuencia que no seríamos sujetos de crédito y nadie nos prestaría capitales y quizás ni limosna conseguiríamos.
En fin, pobre nuestro Perú si es que el electorado no vota con mente abierta.
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