OPINIÓN | Roberto Rodríguez Rabanal: "Del 5 de abril de 1992 al cambio verdadero del 2021"
Hace 29 años, quien había dicho que era un demócrata, dio un golpe de Estado (a través de la figura del autogolpe), copando todos los poderes; y meses después, mediante un dudoso referéndum, impuso la Constitución vigente, favorable a monopolios y oligopolios, y que legalizó la eliminación o restricción de un conjunto de derechos ciudadanos.
Quien ganó la presidencia diciendo no al “shock”, hizo todo lo contrario, empezando por el “paquetazo” del 8 de agosto de 1990, que afectó
la economía de las mayorías de nuestro país. Ese señor, siempre mintiendo, estuvo 10 años en el poder y pretendió una re-reelección fraudulenta que fue rechazada por el pueblo. Al ponerse al desnudo la corrupción imperante capitaneada por los hermanos siameses Fujimori-Montesinos, cuando se difundió un video con el señor Kouri, pasamos a un nuevo momento denominado el principio del fin.
La sucesora dinástica de Alberto Kenya, conocida como la Sra. K., fracasó dos veces en su intento de ganar las elecciones (2011 y 2016) y ahora el fujimorismo vuelve a intentarlo, aunque ya no limitado a una sola opción, sino jugando al monstruo de tres cabezas. Estamos advertidos y democráticamente, a través del voto, no lo permitiremos.
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No se trata de seguir con la lógica del mal menor sino de construir una alternativa de gobierno que ponga fin a dos siglos de abusos y de enriquecimiento de unos pocos a costa del trabajo de los más.
Son tiempos de cambios profundos y no de simples arreglos cosméticos. La elección del 11 de abril constituye una oportunidad democrática
para enrumbarnos hacia la Segunda Independencia; al Pacto Social que priorice la salud, la educación y el trabajo, así como también la lucha
anticorrupción y abra un proceso constituyente.
No puede haber lugar a medias tintas en circunstancias en que la vida y la salud son lo primero debido a la pandemia del coronavirus. Tenemos que superar la crisis sanitaria, al igual que la económica (recesión), social (desempleo y hambre), moral (devaluación de los valores empezando por todos los que fueron presidentes) y políticas (pugnas “por arriba” entre Gobierno y Congreso).
Recreando al gran Martin Luther King, asesinado por los ultraconservadores racistas hace 53 años, soñemos pisando tierra en que es posible que nuestro Perú sea un país justo y libre, próspero y solidario, digno y soberano, y sin violencia ni corrupción.
Es la hora de edificar un nuevo Perú. Es la hora del cambio verdadero. Juntos sí podemos.
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