16/07/2022 / Exitosa Noticias / Cultural / Actualizado al 09/01/2023
Aquella noche del 16 de julio de 1992 un gran estruendo remeció Lima. Dos coches bombas cargados con 500 kilogramos de explosivos detonaron en la cuadra dos de la calle Tarata en Miraflores, matando a 25 personas que vivían en los edificios familiares donde impactó la onda expansiva. Esa noche el temor se acabó y se iniciaba una cruzada para decirle basta ya al terrorismo.
Ese fue uno de los atentados más sangrientos luego de otros coches bombas que detonaron en una televisora y las decenas de ataques a barrios populares contra dirigentes que se oponían a la doctrina de Sendero Luminoso y su cabecilla Abimael Guzmán.
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Esa fecha de terror y desesperación comenzó cerca de las 9 de la noche con la explosión de dos coches bomba. La onda expansiva alcanzó y daño toda clase de inmuebles y vehículos a 400 metros a la redonda.
El objetivo principal de los terroristas fue dejar los automóviles con cerca de 500 kilogramos de explosivos en la agencia del Banco de Crédito, pero por la vigilancia lo dejaron en los edificios donde vivían 380 familias.
El atentado de Tarata dejó un saldo de 25 fallecidos, cinco desaparecidos, 250 heridos, 360 damnificados y más de 3 millones de dólares en pérdidas materiales. Tal fue el impacto de la detonación que se sintió como un remezón y el estruendo se escuchó desde San Juan de Miraflores hasta Comas.
Ese mismo día, Sendero Luminoso atentó, en simultáneo, contra las comisarías de San Gabriel, José Carlos Mariátegui y Nueva Esperanza, ubicadas en el distrito de Villa María del Triunfo, para distraer a la Policía. A los días siguientes, una gran marcha desde Miraflores a los que se unieron otra similar desde Villa El Salvador tuvo como objetivo rechazar el terrorismo y decirles que el miedo se acabó.
Esos días, el repudio ciudadano creció y la tarea para capturar a los cabecillas se amplió. Un año después Abimael Guzmán y su cúpula fue descabezada. Por este hecho, Guzmán, María Pantoja, Florindo Flores, Óscar Ramírez, Osmán Morote y Margo Liendo, entre otros más, purgan cadena perpetua como autores del atentado.
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