07/12/2021 / Exitosa Noticias / Cultural / Actualizado al 09/01/2023
El valor artístico, la calidad artesanal o la importancia canónica no son factores que importen en el nuevo paradigma tecnológico del siglo XXI donde la cultura se ha convertido en la capacidad de las grandes productoras de contenidos de seducir de un modo duradero, de secuestrar la atención, y generar el máximo número posible de datos útiles.
Esto es lo que reflexiona el escritor Jorge Carrión para el diario El Clarín de cómo estos avances tecnológicos han transformado la cultura de los últimos veintiún años. Para ello recuerda que en 1998, Massive Attack lanzó su disco Mezzanine; Roberto Bolaño publicó en Anagrama Los detectives salvajes, entre otros, y nacía también Google
Aquel año, por tanto, mientras la cultura y el arte proseguían con su atomizado bombardeo estético y crítico de baja intensidad, coaguló un macroproyecto tecnológico que se había ido gestando durante las décadas anteriores. La informatización de la realidad.
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Al respecto el escritor advierte que como todo lo humano, la cultura se articula entre dos conceptos: la novedad y el reconocimiento. Los objetos culturales vagamente identificados que han ido surgiendo o asentándose durante la última década -memes, pódcasts, stories, listas, gifs, experiencias interactivas y de realidad virtual o microvídeos- no son una excepción.
Y una de las tácticas principales que han seguido para penetrar en la conciencia colectiva, para volverse normales además de virales, ha sido la de volverse sistemáticos. Desde los memes que repiten la foto y cambian el texto hasta las webseries, las series para escuchar o las listas de reproducción interminable. Todo se ha vuelto serial.
Otro punto que toma en cuenta es el hecho de que en estos momentos no exista ninguna manifestación cultural y ahora se inserten en series diseñadas por los propios creadores, por las páginas web o las plataformas”.
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