El Rímac celebró aniversario sin serenata por la pandemia
Sin jaranas ni serenatas por el toque de queda y la pandemia del coronavirus, los vecinos del Rímac celebraron en silencio, este 2 de febrero, el 101 aniversario desde que el presidente Augusto B. Leguía convirtió en distrito al cuatricentenario barrio de San Lázaro.
La historia del Rímac está ligada en forma íntima y permanente a la de Lima, con la que se unía a través de modestos puentes de madera hasta que, en 1610, el virrey de Montesclaros mandó construir el aún imponente Puente de Piedra, de seis arcos sobre el río Rímac.
◼ Venados y camarones
Por entonces, era una zona de lomas, con pequeños bosques que crecían en las épocas de invierno en la llamada Pampa de Amancaes, y donde era posible cazar venados y zorros. Los indígenas se dedicaban al agro y otros eran expertos pescadores de camarones.
Durante todo el virreinato, del Rímac se sacaban estos crustáceos que se vendían en la Plaza Mayor de Lima, el mercado central virreinal. Como huella de esas épocas, subsiste debajo del Puente Rayitos del Sol una calle, con casas antiguas, llamada Camaroneros.
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El viejo nombre del barrio data de 1562, cuando Antón Suárez estableció el Hospital de Leprosos, al lado del cual se levantaría la iglesia San Lázaro, que hasta hoy subsiste. A ese nombre se añadiría el de Abajo el Puente, que derivaría en el bajopontino con que se conoce también a los rimenses.
De esa época virreinal vinieron algunas costumbres que perduraron hasta los inicios del siglo XX, como la festividad de San Juan en la Pampa de Amancaes, por la cual todos los estratos sociales de Lima se volcaban en carruajes, caballos o a píe para celebrar los 24 de junio.
Rímac procede de la voz quechua rimaq que significa «hablador» en referencia un ídolo u oráculo de tiempos prehispánicos. Desde 1991, el sector antiguo del distrito forma parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
◼ Grandes obras
Otras obras arquitectónicas, si se mantienen, entre las que destacan la Alameda de los Descalzos, el Paseo de Aguas y la Plaza de Acho, construidas durante la larga gestión del virrey Amat, de 1760 a 1776, el famoso amante de la Perricholi, a quien le dedicó la segunda de esas obras.
Ante la concurrencia masiva a las corridas de toros en la Plaza de Acho, se mandó construir una nueva Alameda, que corría por el borde del río Rímac entre el Puente de Piedra y el coso. Con los años se convirtió en zona habitada y donde ahora está la Municipalidad del Rímac.
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El Rímac destaca por su devoción católica, impregnada en sus iglesias, entre ellas Nuestra Señora de los Ángeles y Convento de los Descalzos, de Santa Liberata (alberga al Patrono el Señor Crucificado del Rímac), del Patrocinio, de Nuestra Señora de La Cabeza y San Francisco de Paula.