Cabildo abierto decide por la independencia del Perú
La partida del virrey de José de La Serna a la sierra y el nombramiento del octogenario marqués de Montemira como gobernador político y militar de la ciudad de los reyes, hizo que la entrada del general don José de San Martín demorara a la espera de una invitación formal de los notables de la llamada Ciudad de los Reyes.
San Martín como jefe de la expedición libertadora, no quería entrar triunfante, como un vencedor Soberbio, sí como un protector, como un amigo, como un primer patriota. Por ello, el respetuoso reconocimiento de San Martín de la autoridad del marqués de Montemira significó un paso primordial para ganar la confianza de los limeños. Esto dio credibilidad a las cartas que había enviado, en las que prometió convertirse en “protector” del orden y garante de la religión.
Ante el contexto de emergencia, se procedió a formar un cabildo abierto el día 15 para firmar la declaración de la independencia, acto puramente formal -pero ineludible- exigido por el general.
El 12 de julio salió una comisión del cabildo con el fin de acompañar a San Martín al palacio, tal como ocurría tradicionalmente en el ritual de entrada de virreyes. El general agradeció el ofrecimiento, pero prefirió quedarse dando órdenes en su cuartel instalado en La Legua, sitio que simbólicamente era escenario del traspaso del bastón de mando entre un virrey y otro.
El 12 de julio de 1821 el general quiso entrar de incógnito por la noche con el fin de sostener una conferencia en privado con el marqués de Montemira en la misma casa de este, en lugar de ir al palacio. Los vecinos advirtieron su presencia y comenzaron a agolparse en las salas de la casa del marqués, y comenzaron a sonar los cohetes y se escuchaban los “Vivas”.
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El domingo 15 de julio, el Conde de San Isidro, entonces alcalde de Lima, convocó a los vecinos en cabildo abierto. El pueblo limeño, ausente en la convocatoria, se agolpó en las afueras del cabildo gritando su adhesión a la causa independentista. El Acta de la Independencia fue redactada por el abogado Manuel Pérez de Tudela, y firmada por el alcalde, diez regidores y dos síndicos procuradores, así como el clero secular limeño y miembros notables de la sociedad. La proclamación quedó pactada para el 28 de julio de 1821.