05/06/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Se llama José Barrera.
Nos contaron que no tenía, o, mejor dicho, no tiene hogar. Vive de lo caído del cielo durante el día y, por las noches, en los lugares tradicionales, donde pernoctan los sin casa. Cada noche, en cualquier lugar encuentran un sitio, como dice José “para tirar los huesos”.
José no se acuerda cuándo y dónde nació.
No tiene documentos.
Recuerda la presencia de un hermano.
La otra vida no la recuerda.
Tiene tres camisas y dos pantalones. Los lleva en su bolsa donde, también, guarda un trozo de jabón de lavar ropa. Lo usa indistintamente. Para higienizarse o lavar su “trapos”, como dice él,
No tiene casa, por lo tanto, no tiene donde bañarse o lavarse, por lo menos su cara, una vez al día.
Se me han esquivado esos “privilegios”, comenta y agrega: “esas franquicias las he ganado ayudando en uno de los negocios de lugar”. Cuida la puerta. Los carros de los clientes y, muy temprano, barre el frontis del negocio “porque tengo mi escoba para trabajar”, nos confiesa, y con mucho orgullo.
Nos cuenta no beber ahora. Lo hizo en un tiempo, pero, reconoce, le producía muchos contratiempos y, mientras toma un café: “el trago -comenta poniendo la vista en cualquier parte- lo dejé. No ayuda”, fue su comentario entre dientes y sorbo del café. El humo emergente del vaso de cartón demuestra estar caliente. José dice en voz media alta: “cuando hace frio, un café es lo mejor”. Le preguntamos cuántos duermen en las calles. No lo sabe. Dice, eso sí, con mucha amargura: “somos muchos y yo, José Barrera, soy uno de ellos”.
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