OPINIÓN | Miguel Humberto Aguirre: "Tenemos mala suerte"
Jamás hicimos algo no ligado al periodismo.
Lo confesamos, con un poco de vergüenza: no sabríamos hacer otra cosa.
Respetamos, lo que hacemos con devoción. Con fervor. Con mucha fe y, pedimos para ella, el respeto merecido por las mujeres y los hombres que abrazan esta profesión.
Nos califican como muy románticos, sensibles y personalistas. Aprovechándose de ello hay muchos “colegas ingresados por la ventana”.
Allí terminan muchos sueños que, cada año buscan, en el periodismo, su mañana y su futuro. La mayoría de las veces, los ingresados por la ventana van sumando más. Esos más, postergan a los estudiantes de periodismo, con una dedicación de muchas horas, consagradas al aprendizaje de una profesión, con el tiempo, no respetada por todos.
Cuando digo por todos, en esto irregular también se suman los compañeros y compañeras Relacionista Públicos. Existe una ley obligando, a las autoridades al frente de estos cargos, designar con el título bajo el brazo.
Eso no está ocurriendo en este momento.
Seguramente las nuevas autoridades consideran que, con un buen amigo, o amiga, basta. Un hijo de “su pata”, puede estar en ese cargo. Son personas con buena voluntad, pero, eso no basta. El encargado de las relaciones públicas, muy ligado al periodismo, es más que un simple amigo. Se necesita un profesional. Eso no ocurre en este momento y para ello pedimos respeto. El relacionista es un puente. Permite cruzar muchos caminos. Abrir muchas puertas y avanzar, muchas veces más de lo esperado.
El relacionista estudió para eso. No dejen de mirarlo. Úsenlo como se merece. Los periodistas los entendemos bien.
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