OPINIÓN | Miguel Humberto Aguirre: "Los pulpitos reversibles"

Si usted tiene hijas pequeñas, aunque también algunas más grandecitas, nietos o sobrinas, cuando le preguntaron qué esperaban recibir para la Navidad, tuvieron una sola respuesta: “un pulpo reversible”.

Muchos ni los conocíamos, pero cada año surgen nuevos juguetes y recibe, simplemente, el nombre de “la novedad de año”. Con los días, lo fuimos ubicando. Incluso, con algunas perspectivas, no soñada por los compradores. El querido pulpito recibió el respaldo total de las redes sociales, contando cuál era el fin buscado. Ambicionado.

Su uso se transformó en una serie de explosiones de “entendidos”, mirándolos desde ópticas diferentes. Surgió el argumento de haberse creado para ayudar a los niños con autismo o síndrome de Asperger (trastorno de comportamiento que afecta la capacidad de socializar y comunicarse correctamente), con el pulpito podía manifestar sus estados de ánimo, sin hablar, con solo recurrir a la acción del juguete que tiene una expresión de sonrisa, por un lado, y otra de tristeza, por el contrario.

Para quienes tienen algunos amigos con autismo, el peluche resulta de mucha ayuda para el afectado. Lo reconoce la propia empresa creadora del peluche, TeaTurtle, quien lo señala como un juguete para niños de seis años para adelante. El peluche, con sus dos expresiones reflejadas, le permita mostrar su estado de ánimo. La creadora, en su presentación del juguete, jamás habla de tener un fin terapéutico, pero quienes vemos actuar a quien lo posee, nos da la impresión de tener un efecto muy positivo, entre los jóvenes y niñas que comparten con él.

Que importante el surgir de nuevas rutas, aunque no oficiales, para apoyar este grupo que vive junto a nosotros, y muchas veces no lo vemos.