25/02/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Unos de estos días debimos hacer una espera en una oficina. Mientras leía, llegó una señora mayor y una jovencita. Algo pidió la niña y le habló a su abuela. “Estamos en Cuaresma. Debemos privarnos de lo que más nos gusta. Dejémoslo para otro día”, respondió la señora.
La palabra Cuaresma me llevó al ayer. Al pasado a una mujer que, estos días, los vivía con mucha fe y tradiciones. Como todas las mamás, los papás de aquellos años. Las familias se preparaban para llegar, a los días de reflexión próximos. También los días de perdón. Los de abstinencia. De reconciliación.
Cuarenta es un número muy recurrido por estos días. Cuarenta días Jesús en el desierto. Cuarenta días de la marcha del pueblo judío. En el pasado, abstenerse de comer carne era seguido por una mayoría. Hoy también sucede, pero por otras razones.
Las mamás ponían control en la ropa -dominaba el morado- un color acompañante de muchas fechas litúrgicas, y hasta en la música que escuchábamos. Nos limitaban cantar. El silencio era cómplice entre las obligaciones de la fecha.
Hoy Cuaresma, Domingo de Ramos, Samaritano, El hijo pródigo, son palabras o narraciones de momentos totalmente del pasado, existe una indiferencia mayor. La Semana Santa, con pandemia, la viviremos por segunda vez. La iglesia, por ser una jornada totalmente católica, el año pasado, se vivió con las puertas, de las iglesias, entreabiertas. Este año sucederá lo mismo y el pasado, con mucha significación, recogimiento, se vivirá guardando todas las seguridades sanitarias necesarias, para toda la comunidad. El tiempo pasa y nos entrega otra forma de ver y sentir el pasado. El pasado, como dicen los muchachos “ya fue”, por lo menos en este caso.
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