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OPINIÓN | Miguel Humberto Aguirre: "Ciclistas y motoristas"

"Nunca encontré un conductor reconociendo que fue culpable. Siempre es el otro. ¿Se habrá dado el caso?".
Aguirre-ciclistas-Exitosa
22-09-2021

Autoridades, atiéndanse policía, alcaldes, serenazgos, están decididas a organizar, el total desorden existente, en los conductores, no solo de Lima, sino del todo el país.

Cada habitante nuestro, al frente de un vehículo, se cree un dueño de las rutas. Se consideran Caciques del espacio. Amo del lugar donde avanza, se desliza y no respeta a nadie.

Fuimos eternos luchadores, por el respeto, de los conductores de vehículos grandes, contra los ciclistas. Eran verdaderos enemigos. Enemigos de ruta. Sin ningún respeto, del uno por el otro sabiendo, los ciclistas, de llevar todas las de perder.

Hay nuevas disposiciones con respecto a los conductores de motos. Uno los mira desde el interior de un vehículo, y ellos, exponen demasiado sus vidas, y de quienes les rodean, metiéndose en cuanto pasillo, o hueco, encuentran, para avanzar y triunfar en el adelantarse y ganar terreno.

Hay una disposición, un reglamento, obligando a los motoristas ubicarse en la línea de todos los vehículos. No se cumple y usted ve, con frecuencia, cómo conductores se llevan por delante espejo retrovisores surgiendo, allí mismo, la discusión de quien es el culpable. Nunca encontré un conductor reconociendo que fue culpable. Siempre es el otro. ¿Se habrá dado el caso?

Pero ahora, cuando han surgido estas campañas, estamos comprobando, cada día, cómo los ciclistas y motoristas transitan por las veredas.

Y le ponen un agregado: lo hacen en contra del tráfico, exponiendo la vida de quienes salen de sus casas, al encontrarse con aquella tremenda sorpresa movilizada a gran velocidad.

Las Municipalidades tienen un serio problema con estos conductores enemigos de los buenos reglamentos. Pensamos en la gente expuesta a ser víctimas de irresponsables. Esa es la verdad.

Se debe hacer difusión de los reglamentos y, lo más importante, a cuánto llega la sanción. Eso es lo que duele y, sobre todo, enseña.

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