OPINIÓN | Miguel Humberto Aguirre: "365 días de angustia y muerte"
Pasaron días y noches, de un año, y sin golpear la puerta la pandemia se instaló en el mundo, nuestros hogares. No vino sola. Llegó del brazo con la muerte.
Latinoamericanos, y caribeños, hemos sumado, en estos 365 días, más de 2 millones de padres, madres, hermanos, hijas, hijos, amigos, que partieron. No alcanzaron a decir ni adiós y, lo peor: no se les pudo acompañar en su último viaje.
El virus, sin sacar boleto, tomó pasajes para todas las grandes ciudades del mundo y, también para las localidades más pequeñas. Se hizo dueña del planeta, y la seguimos soportando.
Al aparecer la pandemia, hubo opiniones de las más variadas entre las grandes organizaciones que, posteriormente, debieron retroceder. Cambiar sus juicios. Genios de la ciencia. Opinantes eternos, y hasta presidentes de la República, entregaron, sin base científica, líneas a seguir.
La crisis de la pandemia la comenzamos a vivir como algo de la salud, y punto. ¡Había algo más!: la deficiencia sanitaria.
De un día a otro las puertas de los hospitales fueron verdaderas salas de atención a parientes. Faltaban medicinas. Los personales no podían, pese a los esfuerzos, cumplir para terminar, con el paso de los días, con falta de camas. Se incorporó “algo nuevo”. El desfile de los tubos de oxígeno esperando conseguir para el pariente que, en cualquier parte, buscaba mejoría.
Los alumnos pobres. Los maestros limitados, también se agregaron a toda esta crisis que nos mostró la verdad de nuestros países donde, los políticos, hacen política barata, pero no una política guiada buscando la tranquilidad de la comunidad votante o no votante.
Hoy las esperanzas están en la vacuna que, también, nos mostró, una fuerza del poder económico, entre los países capaces de adquirir “para guardar” y a los sin futuro.
Nosotros, aportamos al idioma: VACUNAGATE, término publicado ya, en todo el mundo.
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