20/11/2020 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Hoy quiero compartir con ustedes, mis amables lectores, que tuve la suerte de estudiar en un colegio de la Policía Nacional del Perú, y que muchos de mis compañeros de aula son ahora policías en actividad, miembros de la familia policial. Mis vínculos con esta institución siempre han estado presentes, compartiendo sus vicisitudes, problemas y logros; pero hoy estoy envuelto en un sentimiento de indignación, ese mismo sentimiento que tuve hace años cuando la Comisión de la Verdad y Reconciliación catalogó a las Fuerzas Armadas y Policiales de asesinos y secuestradores de las hordas senderistas, esas mismas agrupaciones que reventaban semanalmente comisarias al azar sin remordimientos.
Ahora, a la Policía Nacional del Perú se le quiere culpar de la infausta muerte de dos personas que participaban de las protestas, sin una pericia balística, sin elementos de convicción que acrediten que los cuerpos de seguridad son los culpables. ¿Acaso no ha habido infiltrados?, todos hemos visto los destrozos a la propiedad pública y privada; es cierto, tenemos derecho a marchar, a protestar, pero no a destruir. En el interior del país ha ocurrido todo lo contrario, las manifestaciones han sido pacíficas, sin destrozos.
No he escuchado a ningún líder de opinión preguntar por la salud de los policías heridos por avellanas, armas hechizas o pedradas; dónde están los defensores de la mujer, por qué no condenan las vejaciones que la turba enardecida le hizo a una policía motorizada, no nos olvidemos que los policías son humanos, sienten, sangran, sufren, tienen familias, son hijos, hermanos, padres o madres.
Tenemos nuevo gobierno, le deseo lo mejor al presidente Sagasti, pero es el momento de mejorar las condiciones de trabajo de la Policía, que su hospital tenga otro nivel de atención, que su equipamiento y entrenamiento sea el adecuado, que no se criminalice su actuar, porque cuando tenemos un problema en la vía pública lo primero que hacemos es llamar a la policía.
Lamento la muerte de estos dos jóvenes manifestantes y expreso mis condolencias a sus familias, pero no se puede decir que son víctimas de la policía mientras no se investigue, así como averiguar quiénes financian a los agitadores, revoltosos e infiltrados que quieren regresarnos a la época del terror.
Debemos tener presente que Dios, Patria y Ley, el lema de la Policía Nacional, ha sido el norte a seguir de tantos miembros que se enrumban en el camino de la inmortalidad con su sacrificio, ya sea en la zona de emergencia combatiendo el terrorismo, luchando contra la delincuencia, contra el Covid-19, así como el héroe de la guerra con Chile, Mariano Santos Mateo “El Valiente de Tarapacá”, miembro de la Guardia Civil, son estas las razones del por qué mis respetos y agradecimiento a la Policía Nacional del Perú.