10/09/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
El llamado cono norte de Lima, especialmente en el sector comprendido entre los distritos de Comas, Carabayllo y Puente Piedra, está siendo escenario cada vez más frecuente de incendios de grandes proporciones.
Y en lugares donde la ausencia de servicio de agua a través de los hidrantes es clamorosa, lo que incrementa los riesgos, pues eleva las dificultades para extinguirlos.
Una zona donde ocurren con mucha ferocidad es Trapiche, donde hay abundancia de edificaciones precarias dedicadas al servicio de almacenes o talleres industriales.
Otro, es más allá de La Ensenada, donde el acceso es sumamente complicado debido a la carencia de vías asfaltadas, en el mejor de los casos pistas rotas, calles estrechas y falta de numeración.
Por todo eso y mucho más -el descuido, la imprudencia-, un amago de incendio en estos dos escenarios se transforma fácilmente en un siniestro de grandes proporciones, en los conocidos como Código 3.
Es decir, en un auténtico desafío para los Bomberos Voluntarios, que deben desplegar buena parte de sus recursos humanos, vehículos y equipamiento, para luchar por horas contra las lenguas del fuego.
Un incendio así de desproporcionado, generalmente concluye con la destrucción de casi todo, y la afectación de las fábricas, talleres, almacenes o viviendas colindantes.
La pregunta es: si sabemos de todos los destrozos que significa un incendio, ¿por qué se siguen sucediendo? ¿Por qué ocurren recurrentemente casi en el mismo espacio geográfico de la ciudad?
Las autoridades municipales deben tener mucho que decir en este aspecto, al ser las encargadas de otorgar las licencias de funcionamiento y, sobre todo, de realizar las fiscalizaciones del caso.
Pero no hay que dejar de lado la responsabilidad de los propios empresarios, de aquellos hombres y mujeres que con mucho esfuerzo lograron construir un negocio y que corren el riesgo de verlo desaparecer.
El respeto y aplicación de las normas técnicas para prevenir los incendios, así como la tecnología adecuada, junto a la capacitación y el entrenamiento del personal, aportan un nivel de garantía ante este tipo de desastres.
Lo que falta es voluntad y compromiso, tanto de las propias autoridades ediles como de la población y, sobre todo, los conductores de estos negocios, que deben reflexionar y trabajar juntos para reducir los riesgos de incendio, que como sabemos, nada bueno significa.
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