OPINIÓN | Jorge Solís: "Las nuevas variables de la economía en la era Covid-19 y los desafíos del Perú"
Sin duda la pandemia originada por el Covid-19 marca el inicio de una nueva era, es un suceso importante que está imponiendo un nuevo orden de cosas, ha desnudado la vulnerabilidad de la economía e insuficiencia de los sistemas de salud en el mundo y, al mismo tiempo, ha significado el avance a pasos agigantados de la biotecnología, la digitalización de la economía y de la vida en comunidad.
Los países menos desarrollados y con más desequilibrios sociales, como el nuestro, son los más golpeados. Somos el país históricamente de las oportunidades perdidas y en grado superlativo los últimos 20 años; pues, venimos de experimentar uno de los mayores crecimientos sostenidos del PBI (4.5 en promedio) en América Latina; sin embargo, hemos aprendido poco o nada de las lecciones de la historia. La miopía de quienes nos gobiernan es más patética que la propia pandemia.
Una de las principales variables de la economía, el sancta sanctorum, de la reactivación económica es la vacuna; amén, de la preservación de la salud y la vida; a despecho de ello, el proceso de inmunización avanza a cuentagotas, en términos de urgencia, es decir, para las calendas griegas. Por todo lo que se sabe hasta ahora del affaire de las vacunas, pareciera que el leitmotiv de negar a los privados la posibilidad de traer la vacuna, es ocultar lo hediondo del asunto; pero lo que más subleva el espíritu, en este asunto de vida o muerte, es la impasibilidad del presidente y sus adláteres. La Organización Panamericana de la Salud (OPS), acaba de advertir que “la demora en la vacunación aumenta el riesgo que emerjan nuevas variantes peligrosas”.
La ley N°31091 permite a los privados importar vacunas, lo que sería una tabla de salvación para el país; se trata de conjugar esfuerzos y complementarlos en una sola causa. Las empresas quieren traer vacunas con fines sociales, no comerciales; para vacunar gratuitamente a sus colaboradores y los familiares de estos: La lógica es que cuanto más se vacuna la gente, existe menos riesgo de contagio y se podrá reactivar la economía más pronto; asimismo, abra mayor disponibilidad de vacunas del Estado para impactar más rápido en los humildes, que son más propensos al contagio por el hacinamiento, deficiente alimentación y carencia de servicios básicos; en consecuencia, lo más beneficiados serán los más pobres. Eso sí, se debe establecer que solo se podrá traer vacunas con fines benéficos, proscribiéndose su comercialización. Mientras tanto “QUE DIOS NOS COJA CONFESADOS”.
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