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Opinión | Jorge Solís Espinoza: ¿Por qué fracasan las empresas del Estado?

En un país con instituciones políticas débiles, poderes mediatizados y corrupción estructural, las empresas del Estado no funcionan, salvo honrosas excepciones.
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07-11-2022

Hace un tiempo atrás, escribí en esta misma columna sobre la noticia del gasto de S/8.76 mi­llones para promover la nueva imagen de PE­TROPERÚ en consultoría, servicios en agencias publicitarias, para cambiar el logotipo e imple­mentación de la nueva imagen en estaciones asociadas a la empresa, lindan con la estulticia y el despilfarro, sobre todo en tiempos de aus­teridad por la coyuntura económica y social, no pasaría de ser un repudiable hecho anecdótico, si no fuera una constante en el manejo de la cosa pública.

Entonces, surge la pregunta ¿por qué fracasan las empresas del Estado? Acaso el Estado es un mal empresario. En principio, el Es­tado es un abstracto, per se. No puede ser bueno ni malo, son las personas las que gestionan las empresas. El drama es que en el Perú las empre­sas del Estado han servido para el clientelismo político, de caja chica para pagar favores y para la corrupción.

Continuando con PETROPERÚ, el MEF autorizó en el mes de mayo, por Decreto Supremo N°010-2022 un rescate financiero de US$ 750 millones y recientemente S/4,000 millones como aporte capital y US$ 500 millones que debe otorgar el Banco de la Nación, como capital del trabajo, lo que implicará que todos los peruanos pague­mos la factura de una empresa inviable y lleve­mos a cuestas el precio de la improvisación, el desgobierno y latrocinio.

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Como regla general en un país con institucio­nes políticas débiles, poderes mediatizados y corrupción estructural, las empresas del Estado no funcionan, salvo honrosas excepciones, por su modelo empresarial.

El Estado debe cumplir un rol promotor del desarrollo de la economía, siendo su rol y participación esencial en salud, educación y prevención social en coparticipa­ción complementaria con otros modelos previ­sionales; debiendo como norte la construcción de un Estado de bienestar, la misma que debe soportarse en una economía social de mercado inclusiva, que cierre las brechas de desigualdad.

No es bueno más Estado, lo que se requiere es más presencia del Estado; los modelos de Estado intervencionistas, elefantiásicos, no han funcio­nado. Apostamos a un Estado robusto, eficiente, meritocrático, con sentido de equidad y justicia.

La Constitución Política del Perú define el mode­lo económico con ECONOMÍA SOCIAL DE MERCA­DO; lo que falta es conceptualizarlo como una ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO INCLUSIVA, no necesitamos cambiar nada, ese carácter no defi­ne las políticas pública.

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