07/09/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
En noviembre del 2003, dos jóvenes de terno azul marino llegaron a visitarme. Cuando les vi los zapatos marrones deduje que debían de ser poetas.
También eran editores. Harold Alva y Jorge Espinoza Sánchez tenían entre 20 y 25 años. Preparaban la publicación de 20 obras que, según ellos, eran lo más significativo de la literatura peruana. Cada una tendría 100 mil copias. Vale decir que se proponían vender 2 millones de libros.
-Uno de ellos ha sido escrito por usted. Es una colección de sus relatos que lleva el nombre de uno de ellos, “Confesión de Florcita”.
Mientras hablaba, Harold me entregó un sobre de manila con dinero.
-Contiene mil dólares en pago por sus derechos de autor.
-Ustedes quieren vender dos millones de libros en el Perú. ¿Cómo intentan hacerlo?
- Los ofreceremos a un sol cada uno. Queremos que nuestro pueblo lea.
-Ah, respondí. Eso cambia las cosas porque yo también quiero que nuestro pueblo lea. Por lo tanto, el costo de mis derechos de autor también cambia.
Les devolví el sobre de manila.
-No me deben mil dólares, sino exactamente un sol.
Se rebuscaron los bolsillos y, entre los dos, hicieron 95 céntimos. Se quedaron debiendo.
Dos semanas después, comenzaría una verdadera revolución del libro. La llamaron “Feria Perú Lee”, y comenzaron por la Alameda de los Descalzos. Llenaron de libros 500 metros de suelo” y comenzaron a vender.
Los vecinos los apoyaron gratuitamente en la seguridad.
Habla Harold Alva:
“Los editores “formales”, y los de las transnacionales nos dijeron desde piratas hasta estafadores. Fue un golpe a un mercado que había hecho del libro un objeto de lujo. Les fastidiaba que aquello que ellos vendían a 20, 30 o 50 soles, nosotros lo ofreciéramos a un sol. En un mes y medio vendimos millón y medio de ejemplares.”
Es normal que les ocurriera eso. Vender libros a un sol es un pecado muy grave en un país donde -en nuestro tiempo- por ayudar a un ciego a cruzar la calle te podrían acusar de comunista.
A los editores, los echaron con ayuda del serenazgo, pero ya habían superado sus expectativas.
Lo recuerdo porque otra vez el poeta de los zapatos marrones nos ha ayudado a reconquistar un espacio: en un mes, ha realizado dos ferias PRESENCIALES del libro en Miraflores. Son las primeras, y ahora estoy completamente seguro de que los libros derrotarán a la pandemia.
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