09/11/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
A don Lino León le prestaron un libro, pero lamentablemente el querosene de sus lámparas se había agotado. Eso no podía desanimarlo. Como había tormenta, abrió la puerta y estuvo esperando hasta que apareció un relámpago. Al instante, cerró la entrada, las ventanas e incluso la claraboya... y tuvo luz para leer toda la noche.
Lino León fue un fantaseador cajamarquino del siglo XIX que solía relatar y explicar todo lo que ocurre en este mundo con historias como la del libro y el relámpago.
Aparte de que nació en la provincia de Contumazá, se sabe poco de su vida. Por mi parte, entiendo que fue tío abuelo de mi padre, el doctor Eduardo González León, y, por lo tanto, su parentesco me honra.
Aparte de eso, desde hoy, tengo un motivo más para sentirme contento porque tomé desayuno con el arqueólogo Walter Alva, y me ha hecho saber que el tío Lino es también su tío bisabuelo, y por lo tanto somos parientes.
Walter, acompañado por Enma, su esposa, ha recibido en Madrid una distinción que ningún peruano había recibido antes.
El premio Internacional de la Sociedad Geográfica Española destaca su descubrimiento de la tumba intacta del señor de Sipán, la creación de los museos Tumbas reales de Sipán y el museo de sitio Huaca Rajada para el Perú y el mundo. Además, toma en cuenta su lucha constante por la protección del patrimonio cultural y la difusión internacional del legado de la cultura Mochica.
Lo conozco desde hace muchos años y hemos estudiado en la Universidad de Trujillo, pero nuestra conversación no nos trajo evocaciones de aquellos años.
En vez de eso, hemos desayunado revisando las historias de nuestro asombroso antecesor, a quien, en la fantasía, hemos visto dar una vuelta sobre Trujillo en una canastilla atada a las patas de un cóndor o cortar de un machete el chorro de una catarata.
Hay que recordar que Walter Alva no es necesariamente un Indiana Jones con suerte sino un sabio que descubre un lenguaje invisible y encuentra las claves simbólicas que rigen a los hombres y a los dioses en el universo de los mochicas.
Y por eso, creo que hablábamos del tío Lino porque la libertad y la fantasía no implican fuga alguna sino creación y osadía, y porque -en el caso de Walter- fantasía y genio son y serán siempre perdurables.
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