OPINIÓN | Ántero Flores-Aráoz: "Sordera política"
Es una pena que siendo un derecho ciudadano la participación en la política, muchas personas de valía y que pudieran dar su concurso decente, inteligencia y acción a la política de nuestro país, simplemente se contenten con ejercer el voto, entendiéndolo más que como un derecho, como una obligación y, si no fuese obligatorio, ni siquiera concurrirían a las urnas.
El costo, de no participación activa en la política, de quienes tienen todas las capacidades para hacerlo bien, es dejar los espacios vacíos y, cuando ello sucede se llena con personas no calificadas. Ejemplos los tenemos, no necesitamos ni mencionarlos, se ven a diario en todos los niveles gubernamentales y,por supuesto también, en el Poder Legislativo.
Sin ninguna duda hay personas que tienen sus razones para no participar, pero también hay pretextos, como el estar muy ocupado. Los buenos siempre están ocupados, no les ofrecemos el paraíso sino les exigimos sacrificios en bien del país y de todos nuestros compatriotas.
Entre las razones de no participación, que se pueden superar con buena disposición de los legisladores, es quitar una serie de disposiciones impertinentes, como considerar a quienes están en política como personas expuestas para efectos de la Unidad de Inteligencia Financiera, o que sus familiares no puedan contratar bienes y servicios con entidades del Estado, así el político no tenga intervención directa en ellas, entre otras perlas. Quitar la inmunidad parlamentaria y el antejuicio a ministros y otros altísimos funcionarios del Estado sería otra razón para la inhibitoria de postular al Congreso o aceptar altas posiciones, pues nadie en su sano juicio quiere estar ante los tribunales por alguna acusación infeliz, que puede ser represalia por acción fiscalizadora.
Lo expuesto no es de ahora, tiene miles de años, pues ya Platón había afirmado que “el precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”.
Tiene que entenderse que se ingresa a la política para servir al país y a los demás, no para a costa de ella encumbrarse y lucrar para si o para sus allegados. Necesitamos políticos comprometidos con el bien común que es el de todos y que estén alejados de todo tipo de corrupción, que tanto daño hace a la moral de los pueblos, a la economía de las naciones, así como traba el desarrollo, que es el que genera bienestar y elevación de niveles de vida.
Estamos a muy poco tiempo de un nuevo proceso electoral general, en que insistimos, deben participar los mejores para tener garantía de manejo adecuado de los asuntos del Estado y, que en su gestión se haya expatriado todo atisbo de populismo, con el cual se muestran las flores, de supuesta redistribución de riqueza, pero se esconde que pronto se marchitan, con un tremendo costo social, que pagan las generaciones futuras.
Ya Albert Einstein decía que “intentar redistribuir la riqueza eliminando las fortunas, es tan absurdo como eliminar a los genios para que el pueblo sea más inteligente”.