30/10/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
La famosa “cuarentena”, que comenzó como “quincena” y nadie sabe si se reiniciará; al igual que el liberalizado toque de queda, para algunos es una tremenda desgracia, por la pérdida de ocupación laboral, sea formal o informal, y por la carencia de recursos para enfrentarla. Adicionalmente, por estar más expuestos que otros al contagio, sea porque tienen que concurrir a establecimientos financieros para cobrar sus bonos o a colas para las ayudas alimentarias, cuando no a mercados populares que no siempre cumplen con las medidas de seguridad e higiene decretadas.
Para otros, pese a los inconvenientes, molestias y sacrificios, constituye ventana de oportunidad para ponerse al día en infinidad de obligaciones laborales, profesionales y domésticas pendientes. El teletrabajo ha sido una bendición al poder mantener actividades rentables o parcialmente rentables, además de tener la mente ocupada.
Hay un tercer grupo para los que no tienen nada que hacer, o que, teniéndolo, les sobra el tiempo y tienen que ocuparlo en lo que sea, para lo cual gran parte del día se la pasan llamando por teléfono a parientes, amigos y conocidos y, lo que es peor, sin siquiera ponerse a pensar si sus llamadas perturban. También pasan whatsapps y correos electrónicos, pero no contentos con ello nos martirizan con tweets, invitaciones a Skype y a otras aplicaciones como el Zoom o el Instagram, e igualmente apreciar portales, muros, blogs y facebooks, estos últimos perfectos para el chisme y meterse en la vida de casi todo el género humano. Los mismos chistes, caricaturas y videos, nos llegan por diferentes canales y, encima nos piden que pongamos el “like”. Algunos te llaman luego para preguntarte si viste el video y si te gustó; no bastó el “like” para evitar al molesto contertulio.
Como lo antes narrado no fuese poco, te pasan cuanta imagen religiosa han conseguido en sus búsquedas para afrontar el tedio. Encuentran al santo o a la santa de la salud, de los imposibles, del consuelo, de la resignación y muchísimos etcéteras. Pero nada de ello basta, también te envían oraciones de todo tamaño y te sugieren, error, tratan de obligarte, a que las pases a otras personas y te fijan un número mínimo de receptores. También te dicen que si rompes la cadena sufrirás pandemias más horripilantes que el Coronavirus en versión Covid-19 y, que las históricas plagas de Egipto fueron “chancay de a veinte”.
No hay que olvidar, a quienes con voz de mando o con frases escritas, todas en mayúscula, te conminan a tener tú teléfono fijo o móvil: abierto, para conversaciones grupales y para plegarias colectivas, así como atiborrarte de consejos, ni pedidos ni deseados.
La insistencia y vehemencia de quienes así actúan, nos recordaron añeja canción que dice: “María Cristina me quiere gobernar; y yo le sigo le sigo la corriente; porque no quiero que diga la gente: María Cristina me quiere gobernar”. Me tiene sin cuidado lo que diga la gente, me importa un pepino lo que quiera María Cristina y de modo alguno le seguiré la corriente, como tampoco me dejaré gobernar.
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