OPINIÓN | Ántero Flores-Aráoz: "Gran efeméride, modesta celebración"
Estamos en el año del bicentenario, debiendo celebrar el 28 de julio los doscientos años de la declaración de nuestra independencia por don José de San Martin, efeméride acontecida en la localidad de Huaura.
Un acontecimiento de gran trascendencia pues nos emancipamos de la corona española y quedó fundado el Perú como República. Desde aquel entonces han sucedido infinidad de acontecimientos, batallas para confirmar nuestra independencia, guerras con países limítrofes, revoluciones y golpes de Estado, gobiernos dictatoriales como también democráticos, al igual que prevalencia militar como civil y, sin olvidar los golpes cívico-militares. En lo económico hemos pasado tiempos de duras crisis como asimismo de bonanza.
En lo social hemos estado en la tarea incansable de incorporar en la vida económica del Perú, a importantes poblaciones mucho tiempo marginadas, pero a la espera de su involucramiento en la dinámica del desarrollo del Perú, camino que hemos estado siguiendo los últimos treinta años con timidez, aunque con temores que ello sea interrumpido.
En 1921, al celebrarse el primer aniversario de tan especial reto histórico, hubo gran parada militar, fiestas populares, eventos hípicos, desfiles escolares, corsos, exposiciones y conferencias. Países amigos como Alemania, Bélgica, España, Estados Unidos, entre otros, y la colonia italiana, obsequiaron a nuestro país obras públicas como la Torre Alemana en el hoy Parque Universitario, la escultura del estibador en la Plaza Bélgica, el arco morisco en el distrito de Surco y la estatua de George Washington en el parque que lleva su nombre, además del museo de arte italiano.
Al conmemorarse el sesquicentenario se editó la mejor colección histórica de nuestra patria, además de llevarse a cabo innumerables eventos académicos en todo el territorio patrio, así como se hicieron documentales en adición a investigaciones históricas. Se construyeron 18 monumentos, 25 bustos y 135 placas conmemorativas, entre todo lo cual destaca el monumento a los próceres y precursores de la independencia, así como también el obelisco en la Pampa de la Quinua en Ayacucho.
Penosamente este año del bicentenario nuestras autoridades no se han esmerado, como tampoco lo han hecho instituciones históricas, culturales. gremiales y universitarias, salvo contadísimas excepciones. Tampoco se tiene noticias de monumentos, estatuas, bustos y otras esculturas. Como excepción tenemos que destacar la edición de la compilación hecha por Cecilia Bákula, titulada “El Perú en el Bicentenario” y “Forjadores e la Diplomacia Peruana, una gestión bicentenaria” trabajada por la misma esforzada intelectual, a lo que se suma otro trabajo histórico de la Universidad Ricardo Palma y las tareas de un grupo que actúa bajo el nombre Bicentenario promovido por Raúl Chanamé.
La Municipalidad de Lima ha abierto el “Libro conmemorativo del bicentenario de la Independencia”, invitando al vecindario de nuestra capital para que lo firme. Probablemente lo harán personas comprometidas con el acontecer nacional, como seguramente los “figuretis” que nunca fallan en estas oportunidades.
Probablemente el estado de ánimo de los peruanos sea por la pandemia, como también de sus consecuencias económicas y laborales, las que se suman a las inquietudes por el futuro del Perú, originadas en el último proceso electoral, han contribuido a que el bicentenario carezca del esplendor que debió tener. Una pena.
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