Los lunares son las marcas más comunes en la piel que pueden variar en tamaño, forma, color y volumen. Sin embargo, es importante reconocer algún cambio sospechoso en su apariencia a fin de detectar en forma temprana de cáncer de piel.
Esta pigmentación puede crecer a lo largo del tiempo por diversas razones: exposición prolongada al sol, factores genéticos, embarazo, entre otras. Aquí radica la importancia de que un especialista, en este caso un dermatólogo, analice estas variaciones y descarte cualquier patología oncológica.
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◼ Autoexploración
En el marco del Día del Lunar (6 de febrero), el cirujano oncólogo Mauricio León, experto en cáncer de piel de la Clínica Ricardo Palma, recomienda a todas las personas autoexplorar de forma regular sus lunares para recibir atención médica oportuna, en caso de ser necesario.
Felizmente, es posible detectar a tiempo si un lunar es peligroso gracias a la regla del ABCDE:
- “A” de asimetría. Si coloca un espejo por la mitad del lunar, ambas partes deben ser iguales; si esto no es así, es un signo de alarma.
- “B” de borde. Si el borde de la lesión es irregular, «festoneado», es otro signo de alarma.
- “C” de color. Normalmente los lunares benignos tienen un color homogéneo, como marrón, azul o rojo. En cambio, las lesiones malignas presentan varios colores.
- “D” está relacionado al diámetro, cuando el lunar excede los 6 milímetros podría ser un cáncer de piel.
- “E” de evolución. Si detectamos que un lunar cambia, pica o se ulcera y/o sangra, puede tratarse que uno maligno.
Es fundamental monitorear cualquier cambio en el lunar. La mejor forma de hacerlo es tomarse una foto y repetirla en 6 meses para así poder compararla. Si los lunares sangran o pican, hay que visitar al dermatólogo.
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