OPINIÓN | Gustavo Pino: 'Cuarentena: Días difíciles'
Madrugada. Me es difícil dormir en estos días. Reviso noticias sobre Perú desde el extranjero. Una tercera mirada para comprendernos mejor. La Vanguardia de España informa en su versión internacional: «Perú se acerca al colapso tras seis semanas intentando contener al coronavirus».
La bajada del reportaje describe: «Cadáveres apilados en bolsas de basura, pacientes atendidos a la intemperie, falsos positivos y personal sanitario sin equipos de protección».
Se observa a una mujer arrodillada con los brazos levantados, ojos cerrados y una mascarilla blanca cubriendo su rostro; un hombre a su lado conduce una carreta de metal, la mira con ojos desorbitados; otras personas de ambos sexos a su espalda continúan indiferentes.
Reflejo de una realidad convulsa por la desesperación ante una cuarentena ampliada hasta el 10 de mayo. Vamos casi seis semanas de aislamiento: 42 días.
Siendo las 2:48 horas del 26 de abril, el número de casos en total se elevó a 25 mil 331, mientras que el número de víctimas es de 700. Se han recuperado 7 mil 797; los casos activos presentan una realidad propia: 16 mil 834.
El único país que se encuentra por encima de nosotros es Brasil: 59 mil 479 infectados, 4 mil 62 fallecidos, 26 mil 257 casos activos. Ecuador: 22 mil 719 contagiados, 576 muertos, 20 mil 777 casos activos.
Si nos basamos en la estadística de casos activos nos colocaríamos en tercera posición en Sudamérica. Saquen sus propias conclusiones. Pinceladas del enclenque y trizado sistema sanitario de nuestro país.
La curva ascendente no parece cambiar de rumbo a pesar de los «martillazos» -como llamó el jefe de Estado, Martín Vizcarra, en una de sus conferencias de prensa al mediodía- con los que el Gobierno esperaba mitigar los estragos del virus.
Y que la población de cultura inquieta no supo estar a la altura. «Se vienen días difíciles», advirtió el primer ministro, Vicente Zeballos.
Las personas a lo largo y ancho del Perú están yendo a morir a sus casas.
Ya no tienen camas suficientes para atenderlas en los hospitales. El sistema de salud está al límite. A nivel nacional solo quedan alrededor de 200 respiradores artificiales.
Regiones con menos capacidad para responder ante la amenaza, cada vez más visible, ya se han visto superadas. El número de muertes seguirá brutal e implacable en estas semanas.
Pienso en una frase que le da el nombre a una película en medio del silencio extraño de la casa Enrique Palacios, en esa Lima que me atrapa: «Buenas noches, y buena suerte