OPINIÓN | Antero Flores-Aráoz: Desobediencia con consecuencia
El Gobierno ha dispuesto como estado de excepción, el de emergencia y, como modalidad de ella, la sanitaria, que va aparejada con restricciones a
la movilidad personal y al libre tránsito, entre otros derechos ciudadanos, que obliga a la generalidad de las personas a estar recluidos en sus domicilios, además del toque de queda, pudiendo ausentarse solo para sus compras de mercado y medicamentos, así como para sus operaciones bancarias.
Lamentablemente la totalidad de la población no ha cumplido ni con la cuarentena ni tampoco con el toque de queda y, al hablar de población no solo me refiero a nuestros connacionales sino también con los de otras nacionalidades que residen en el Perú, especialmente originarios del país llanero.
La desobediencia e irresponsabilidad a que nos referimos ha traído como consecuencia que se han tenido que desplegar prácticamente a la totalidad de efectivos de la Policía Nacional y de nuestras Fuerzas Amadas, para que además de resguar- Todos tenemos algo que ver con la política y hasta forma parte de nuestro lenguaje y día a día dentro de las familias y negocios, y se relaciona a solidaridad, cooperación, libertad, justicia, igualdad, paz, seguridad y bien común.
Aunque unos se sienten el Flautista de Hamelín queriendo arrastrar a las personas y a la nación hacia su voluntad; son pocos los que ejercen el poder político por autoridad y de manera abierta (basada en reputación de la persona y la confianza de la sociedad).
Las elecciones presidenciales y congresales ya están a la vuelta de la esquina. Y los plazos para convocarlas están apretados. Si bien el Ejecutivo ya anunció que se darán de todas formas, es menester del Congreso hacer parte de su chamba. dar el orden público, impidan que las personas transiten los días que no les corresponde y en las horas en que no les está permitido.
Se ha tenido incluso que hacer un llamamiento extraordinario de tres promociones de reservistas, hasta por la gruesa cifra de diez mil personas. Para cumplir las tareas encomendadas a las fuerzas del orden, junto al Ejército, Marina y Aviación, se ha tenido que disponer su “inamovilidad”, esto es que solo están en el patrullaje y algunas horas de descanso en sus cuarteles, esto en todo el Perú y sin regresar a sus domicilios.
Evidentemente, hay un costo humano muy grande del personal militar y policial, al exponer su salud al peligro de la pandemia, además del cansancio físico por los largos patrullajes, tanto a pie como en vehículos, que los lleva sin dudas alguna, al agotamiento y a que también todo ello Con el virus rondando hasta marzo 2021, será difícil que se den las elecciones internas donde los militantes elijan a sus candidatos, para que después los ciudadanos votemos el 11 de abril (con segunda vuelta en el interín), tal que el 28 de julio 2021 asuma un nuevo Congreso y un nuevo presidente.
Por las secuelas de la pandemia, hay propuestas (Tuesta) que sugiere que la primera vuelta se corra a junio y la segunda vuelta a inicios de julio 2021; y, algunos congresistas han deslizado que habría que pensar en una postergación de fechas electorales. En fin, es momento de poner sobre la mesa un acuerdo emotiva y sicológicamente los afecte.
El costo económico para el país, también es enorme, dado que los desplazamientos de Policía y Fuerzas Armadas, desde sus cuarteles a los lugares de patrullaje, significa utilización de combustible, desgaste de vehículos con la respectiva depreciación, reparaciones y un sinfín de etcéteras, sin olvidar
la distribución de rancho enriquecido tres veces al día, desgaste de uniformes, adquisición de guantes y mascarillas, sin olvidar nuevos alojamientos y uniformes a los reservistas llamados a filas.
Todo eso cuesta y cuesta mucho y, pese a que aún no se han hecho las correspondientes transferencias presupuestales a los institutos armados y policiales, los recursos salen al fin y al cabo de las arcas fiscales, léase el erario nacional proveniente de nuestros impuestos. Somos conscientes que hay infinidad de personas en situación económica precaria, que adolecen de recursos para enfrentar el costo de su confinamiento sin realizar tareas rentadas, formales o informales, además de aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Lo podemos comprender, pero no se puede justificar un comportamiento indebido, al que se suman los irresponsables de siempre. Resumiendo, la irresponsabilidad nos cuesta a todos, y como dijo en alguna oportunidad un excelente Ministro de Economía, “no hay lonche gratis” y el lonche nos cuesta a quienes acatamos y obedecemos la normatividad de la emergencia.