26/05/2019 / Exitosa Noticias / Política / Actualizado al 09/01/2023
POR: MARÍA DEL PILAR TELLO*
Martín Vizcarra llegó al Congreso acompañado de Salvador del Solar, su Primer Ministro, para imponer su presencia y su voluntad. Llegó sin invitación y sin respeto, de manera inesperada para exhortar a la Comisión de Constitución a tratar con responsabilidad y “sin trampas” los proyectos de reforma política y pidió actuar en función al Perú y no a intereses particulares. No midió las consecuencias ni consideró el protocolo, menos aún le preocuparon la separación y el equilibrio de poderes o las buenas maneras políticas.
Como Luis XIV parece pensar que además de personificar a la nación como señala la Constitución él como Presidente es el Estado mismo. Por eso después de un mes de haber presentado los proyectos de reforma política invitó a las bancadas a Palacio de Gobierno y personalmente fue a reclamarles el respaldo. Y lo hizo de mal talante, con tono demasiado fuerte los conminó a aprobar sus proyectos tal como han sido presentados. Es entendible el deseo de mejorar las instituciones y la representatividad tan venida a menos pero hay un problema de prioridades en un gobierno que ha perdido contacto con la gente. La reforma política debe venir después de la atención a necesidades urgentes como la paralizada reconstrucción mndel norte, la lucha contra la criminalidad urbana que está matando en las calles y en las casas con un crecimiento sin control que ha convertido los noticieros en desmesurada y permanente crónica roja. O el colapso de la salud pública con hospitales nacionales desabastecidos en lo esencial. O la economía bloqueada y el desempleo juvenil ignorado. Todo esto con el telón de fondo del gravísimo impacto moral causado por una mega corrupción ubicua e implacable.
No está el horno para bollos, el desplante presidencial no fue para nada bien recibido. El gobernante ya no goza de la popularidad de sus momentos aurorales, en su segundo año la gente se siente desatendida, desprotegida sin conexión con el gobierno y menos aún soporta una nueva etapa de pugna de poderes, que se acaba de inaugurar, en la que nadie gana.
Con ánimos exacerbados comenzó nuevamente la letanía del cierre del congreso o la vacancia presidencial, de la ineficiencia para conducir el país o de la irresponsabilidad congresal y en el extremo la amenaza recibida o propinada del supuesto golpe de Estado. Las consecuencias de tanta colisión son la inestabilidad política y jurídica que como sabemos espanta las inversiones y desmoraliza acentuando la ya fortísima crisis de confianza en las instituciones y en los políticos.
Y si el objetivo presidencial era volver a sintonizar con el pueblo, enfrentando al alicaído Parlamento, está lejos de haberlo logrado. Martín Vizcarra seguirá bajando en las encuestas si no responde a la población que demanda atención a sus apremiantes necesidades. Será así mientras los políticos se peleen en las alturas y ni el gobernante ni los congresistas respondan como debe ser, con racionalidad, responsabilidad y diálogo, a esta etapa que a no dudarlo es una de las más críticas de nuestra historia.?
*Profesora universitaria, analista política y abogada