Opinión | Luis Angeles Laymes: Cuidado con los sismos

Dos sismos sacudieron la ciudad de Palpa, región Ica, en la medianoche del jueves y la mañana de ayer, el primero de seis grados de magnitud y se extendió hacia otras zonas que incluyó el sur de Lima. Según el Instituto Geofísico del Perú (IGP), solo en lo que va del primer mes del año se han producido 51 movimientos telúricos, y la pregunta que nos volvemos a formular es: ¿Estamos realmente preparados para afrontar un sismo de mayor intensidad?

Es sabido que la costa de nuestro país es la de mayor potencial sísmico y que nuestro país puede ser sacudido en cualquier momento por un terremoto que puede causar gran destrucción, como el último que se registró en la ciudad de Pisco, región Ica, en el año 2007 y que a pesar de haber transcurrido casi doce años, aún se observan estragos de aquella tragedia. La reconstrucción tardó mucho y aún quedan pendientes.

Se tiene también ubicados los puntos vulnerables que serían los más castigados por la ocurrencia de un sismo de 8 a 9 grados, sin embargo es poco o nada lo que se ha avanzado en esos lugares para evitar o mitigar un desastre. Si bien la población es preparada constantemente a través de simulacros, no se puede decir lo mismo respecto a las estructuras de viviendas, por ejemplo.

Estudios realizados por diversas instituciones han advertido que en Lima, el 70 por ciento de viviendas son autoconstruidas y que con un terremoto de gran magnitud colapsarían entre 15 mil y 20 mil casas ubicadas en suelos flexibles y zonas de laderas de ríos y cerros.

Estos datos se dan a conocer cada vez que sucede un terremoto en otros países, y siempre los especialistas recomiendan tomar medidas preventivas. La gran pregunta es, ¿se han tomado estas medidas?

Urge que el Estado se pronuncie al respecto, porque cada vez que ocurre una desgracia en el país, los efectos son catastróficos y la respuesta demasiado lenta. Un claro ejemplo, y el más reciente, es lo ocurrido con el fenómeno de El Niño costero hace dos años. La reconstrucción de las zonas afectadas no llega aún ni al 30 por ciento.

O peor aún, el aniego ocurrido en San Juan de Lurigancho que afectó a unas 250 viviendas, pero que en más de dos semanas aún no se termina de resolver el problema. El servicio de agua potable no se restablece a la totalidad de los vecinos de ese populoso distrito, que tiene más de un millón de habitantes.

Son solo datos que nos debe llevar a la reflexión, principalmente a nuestras autoridades de gobierno, para quienes pareciera que solo la corrupción es el gran problema del país.