La magia de Stradivarius resuena nuevamente en su antiguo taller
Durante más de tres siglos, los amantes de la música de todo el mundo han intentado desentrañar los secretos de la resonancia mágica de los violines de Antonio Stradivari. Ahora, podrán continuar su búsqueda en la antigua casa-taller del célebre lutier en Cremona, Italia.
El edificio medieval, donde Stradivari vivió y trabajó entre 1667 y 1680, ha sido transformado en un centro de formación para jóvenes artesanos y músicos, así como en un lugar de peregrinación para los amantes de los violines. La casa Stradivari, después de un año y medio de restauración, abrió nuevamente al público el martes pasado gracias a la Fundación Casa Stradivari, establecida en 2021 por Fabrizio von Arx, un violinista italo-suizo de 47 años.
En la casa de Stradivari, se puede sentir la magia y las vibraciones de este legendario lugar. Es el sitio donde nació el mito de los violines Stradivarius y donde el famoso lutier comenzó a dar vida a su visión de la resonancia perfecta del violín.
Aunque se han restaurado las vigas originales de la sala de estar en el primer piso, no se encuentra rastro del taller en la planta baja, ya que fue trasladado a otra casa en Cremona que posteriormente fue demolida. Sin embargo, se han preservado dos bancos de trabajo de lutier. También se ha conservado la misteriosa "Altana", una terraza cubierta en la azotea rodeada de gruesos muros de ladrillo, que sigue alimentando la leyenda de Stradivari.
Se dice que Stradivari colgaba sus violines en la Altana para secarlos a la luz del atardecer, lo que contribuía al enigmático color de su barniz, que oscila entre el rojo, el marrón y el naranja. Von Arx explica que el clima cálido y húmedo de Cremona permitía que la madera de los violines trabajara y luego se estabilizara, lo cual es uno de los secretos del extraordinario sonido de los Stradivarius.
La fórmula del barniz de Stradivari ha sido escrutada por innumerables científicos, pero se cree que era similar a la utilizada por otros lutieres de la época. Sin embargo, lo que hacía único a Stradivari era su obsesión por el sonido perfecto y su dedicación a perfeccionar sus violines con la ayuda de músicos amigos.
Von Arx, en su búsqueda del sonido perfecto, adquirió en 2017 un Stradivarius de 1720, conocido como el Madrileño, por 8 millones de francos suizos. Este violinista incluso lo hizo bendecir por un cardenal en la basílica de San Marcos en Venecia y lo renombró como "El Ángel".
De los aproximadamente 1,100 instrumentos de cuerda que salieron del taller de Stradivari, hoy en día solo quedan alrededor de 650. El récord en una subasta se estableció en 2011 cuando un Stradivarius llamado "Lady Blunt" se vendió por 15.89 millones de dólares.
En Cremona, ciudad de 70,000 habitantes, más de 180 lutieres continúan el legado de Stradivari. Reconocen que él llevó el arte de la construcción de violines a la perfección tanto en términos acústicos como estéticos.
Benedicte Friedmann, una lutier francesa de 48 años, destaca la inigualable calidad de los instrumentos Stradivarius y utiliza herramientas modernas pero sigue empleando las técnicas tradicionales de hace siglos.
Fausto Cacciatori, conservador del museo del violín de Cremona, resalta las habilidades extraordinarias de Stradivari y su incansable búsqueda del sonido perfecto. El legado de Stradivari sigue inspirando a músicos y artesanos en todo el mundo en su búsqueda de la perfección musical.