28/10/2021 / Exitosa Noticias / Mundo / Actualizado al 09/01/2023
Un condenado a muerte vomitó y convulsionó durante su ejecución el jueves en el estado de Oklahoma, Estados Unidos, en donde los verdugos usaron un cóctel letal sospechoso de causar un sufrimiento atroz a los reos.
John Grant, un afroamericano de 60 años, fue condenado a muerte en 2000 por el asesinato de una empleada de prisión. Tras haber recibido luz verde de la Corte Suprema de Estados Unidos, las autoridades penitenciarias de estado rural y conservador del sur le inyectaron tres substancias y su muerte fue confirmada a las 16H21 (21H21 GMT).
El protocolo había sido aplicado en 2014 y 2015, pero los aparentes sufrimientos de los condenados condujeron el estado a declarar una moratoria de las ejecuciones.
Grant "comenzó a convulsionar poco después de la inyección del primer producto", declaró un periodista de la agencia estadounidense AP que asistió a la ejecución. Convulsionó unas veinte veces y vomitó en varias ocasiones antes de morir, agregó. "Fui testigo de 14 ejecuciones, nunca había visto esto", señaló el periodista.
El calvario de Grant suscitó inmediatamente fuertes críticas. "Oklahoma saboteó sus tres últimos intentos de ejecución antes de su pausa de seis años, pero aparentemente no sacó ninguna lección de esta experiencia", comentó a la AFP Robert Dunham, quien dirige el Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC en inglés).
Hace unos días apenas, los servicios penitenciarios de Oklahoma estimaron sin embargo en un comunicado que su protocolo era "humano y eficaz" y que las ejecuciones podían reiniciar.
Pero el abogado de varios de los condenados, Dale Baich, juzgó que habían "serias dudas" sobre el dolor causado por el cóctel letal y su conformidad con la Constitución, que prohíbe las "penas crueles e inusuales".
El miércoles, un tribunal de apelación falló a su favor y suspendió la ejecución, pero las autoridades de Oklahoma apelaron inmediatamente ante la Corte Suprema de Estados Unidos para pedirle revertir la decisión.
El protocolo combina un sedante, el midazolam, y un anestésico que deberían impedir el dolor antes de la inyección de la dosis letal de cloruro de potasio. Fue usado en 2014 para ejecutar a Clayton Lockett, pero el condenado agonizó durante 43 minutos en aparente sufrimiento.
Grant asesinó en 1998 con un desatornillador a una mujer que trabajaba en la cafetería de la cárcel en donde purgaba una pena por asalto a mano armada.
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