10/04/2020 / Exitosa Noticias / Edic. impresa / Actualizado al 09/01/2023
Una ceremonia de hondo pesar, donde unas sillas vacías acompañaron en primera fila la conmemoración por el sacrificio de Jesús, hace más de dos mil años, en el Gólgota. Esta vez, el Arzobispo de Lima, monseñor Carlos Castillo, se arrodilló ante esas sillas para recordar lo que el mundo y el país atraviesa ante la amenaza del coronavirus.
Desde el Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, donde esta vez no se realizó el tradicional lavado de pies de indigentes, monseñor Castillo recordó a la feligresía católica el momento tan peculiar que estamos viviendo. Recordó que sectores enriquecidos que destruyeron varias cosas, en referencia a la alocada industrialización que afectó el medio ambiente.
“Hoy el virus se ha diseminado por el mundo y golpea nuevamente”, dijo en su alocución. Acto seguido recordó que Jesús prefiere enseñarnos el camino del amor, perdonando y amando hasta el extremo.
Recordó que esta crisis ha hecho que todos volvamos a estar reunidos y la iglesia católica, en particular, volver a sus raíces de reunirse en el cenáculo compartiendo su palabra y enseñanzas.
“En este cenáculo que es nuestro seminario, estamos reunidos por el mandato del Señor, recibiendo de Jesús su última cena, su cuerpo y su sangre. Que este pan y este vino sea signo de alegría y esperanza”, señaló.
Seguidamente tuvo palabras especiales no solo a las familias que han visto perder a sus seres queridos por esta pandemia, también “a todos los servidores del mundo que se aprestan a arriesgar su vida y dar esperanza a la humanidad”.
Esta Semana Santa tan peculiar, indicó, “es un renacer de la verdadera fe, resumida en lo más elemental, de la comunidad cristiana pequeña. ¿Quién iba a pensar que en el 2020 se daría una rememoración, tal como el hizo en sus inicios? Hoy que las familias están en pequeños cenáculos, compartiendo en su comedor estos actos”.