03/12/2018 / Exitosa Noticias / Edic. impresa / Actualizado al 09/01/2023
Los gestos son importantes en la vida y lo son aún más en política. Y precisamente de gestos estuvo llena la instalación de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como presidente de los Estados Unidos Mexicanos el 1 de diciembre pasado.
AMLO, que basó toda su campaña en el simple compromiso de no mentir, no robar y no traicionar, anunció que no solo no pretenderá la reelección sino que en dos años y medio convocará a una votación revocatoria sobre su presidencia, para que sean los ciudadanos los que le renueven el mandato o le pidan que se vaya.
Agregó que se rebajaba el sueldo al 40%, que convertía la Casa Presidencial de Los Pinos en un espacio público abierto a todos y que él viviría en su propia casa, que disolvía los servicios secretos y la guardia personal del presidente, que ponía a la venta el avión presidencial y que abolía los privilegios de los altos funcionarios públicos como altos sueldos, vehículos pagados por el Estado y el acceso a seguros privados de salud.
Anunció su decisión de preparar al ejército mexicano para hacerse cargo de la lucha contra la violencia y la delincuencia que agobian a los mexicanos. Se ha comprometido a dirigir personalmente y cada día desde las 6 de la mañana la guerra contra la delincuencia.
El nuevo presidente de México anunció el fin de la aplicación de políticas neoliberales y reivindicó su proyecto de nacionalismo revolucionario que pretende recuperar las raíces de la revolución mexicana de principios del siglo veinte.
Por el bien de todos, primero los pobres, ha dicho, a la vez que anunciaba el inicio de un gigantesco plan de construcción de pistas de concreto y carreteras en todo el país y con la participación de trabajadores de las mismas zonas de donde se hagan las obras.
Ha anunciado la cancelación de la actual reforma educativa y el inicio de una nueva agresiva política para permitir el acceso de todos a una educación de calidad y que incluye la creación de 100 universidades públicas, un programa de becas para los más pobres y mejoras salariales de los maestros.
Ha cancelado la privatización del petróleo mexicano, y anunciado un agresivo plan de construcción de refinerías, el relanzamiento de la industria eléctrica, de la producción agrícola y de la pesca, promoviendo acceso a crédito y a tecnología.
Ha anunciado una enorme lista de programas sociales, programas de crédito para los pequeños empresarios y agricultores y subsidios. Lo cual por supuesto ha provocado las iras de los ideólogos del liberalismo: “de dónde saldrá el dinero para eso”.
Él ha dicho respondiéndoles, que los fondos para financiar esos proyectos saldrán para empezar solo con el ejercicio de una gestión pública de donde se elimine de manera severa la corrupción y los lujos, y donde habrá total transparencia para garantizar que esos compromisos se cumplan.
López Obrador ha anunciado la creación de la más grande zona franca del mundo de 25 kilómetros de ancho y paralela a toda la frontera con los Estados Unidos de América, donde los sueldos serán el doble y los impuestos la mitad, creado frente al muro de Donald Trump, una barrera de empleo y bienestar que impida la migración masiva hacia el norte.
AMLO dijo el sábado que no iba a dedicar su gobierno a perseguir a los corruptos, porque no le alcanzarían los 6 años de mandato para hacer otra cosa, ni las cárceles para albergar a todos los que la merecen. Le dejará esa tarea al sistema de justicia. Prometió que no le iba a fallar a los mexicanos y que el suyo sería un gobierno libre de corrupción y ha anunciado una serie de medidas para lograrlo.
En una conmovedora ceremonia en el Zócalo de Ciudad de México, donde más de 200 mil personas acompañaron a su líder, y a la que llegó a pie y donde se mezcló con la gente, Andrés Manuel López Obrador fue honrado por representantes de las más de 200 nacionalidades originarias de México frente a quienes se comprometió a cumplir un extenso plan de 100 puntos que suponen una verdadera transformación de su país.
Lo que ha ocurrido este fin de semana en México, sin temor a equivocarme, puede ser un acontecimiento tan trascendente en la historia latinoamericana y de un impacto similar al que tuvo la Revolución Cubana en su momento y cuya inspiración, dicho sea de paso, evocó López Obrador en su discurso.
Las aves de malagüero presagian lo peor para México y le auguran el aislamiento de Cuba y la catástrofe económica y social de Venezuela. Pero se olvidan de que Andrés Manuel López Obrador es un demócrata que peleó 18 años por estar donde está, fue víctima de fraude electoral y de una sistemática campaña de demolición, pero no se rindió. López Obrador, como él mismo ha dicho, está preparado para hacer lo que quiere hacer, cambiar el rumbo no solo de su país sino de todo nuestro continente: gobernar sin corrupción y con transparencia para los ciudadanos y no para los grandes intereses. ?