23/03/2021 / Exitosa Noticias / Edic. impresa / Actualizado al 09/01/2023
Los mayores somos amigos del silencio. Nos cuesta encontrar la senda del diálogo y, muchas veces, somos cortantes. Breves.
Hace tres o cuatro días tuvimos contante a uno diferente. Lo conocí en el trajinar de ver, y confirmar, cuando y donde nos podíamos vacunar. Desventaja que los mayores llevamos por varias razones. No es solo una.
Nos cuesta encontrar lo oscuro de las cosas por creer en la gente. Pensamos en el buen pensar, y hacer de toda la gente y, jamás, en una segunda intención.
A los tercera edad vacunarnos, nos ha costado trabajo poder llegar a ese momento y, los de la esperanza de alcanzarlo, lo miramos con preocupación.
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Nuestro amigo, al cual respetaremos su nombre, conocido en el ir y venir, nos contó que, en su trajinar, buscando el día de la pinchada, conoció funcionarios de todo tipo: muy buenos, amables, atentos, serviciales, respetando los años. Lo recalcó. No son todos, pero los hay y, un comentario: “de los otros, en la vereda del frente sobran. Siempre creen estar haciendo un favor”.
Los mayores, los adultos, las terceras edades hemos perdido la confianza en nuestros vacunadores. En sus jefes.
Leímos, o escuchamos los medios desde el exterior, y, en todos hay una preocupación muy definida hacia quienes aplican la dosis. Son los muy importante en este caminar, pero todos, al parecer, no siguen la misma ruta.
En Colombia, los vacunadores, por ejemplo, salen a las calles. Se instalan en los edificios y vacunan a todos los mayores.
Las Municipalidades se han quedado en la lista de espera. Debieran estar al frente para cuidar y proteger a sus vecinos. Los adultos mayores hemos perdido la confianza.
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