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OPINIÓN | Miguel Humberto Aguirre: “Arigato” Japón

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07/09/2021 / Exitosa Noticias / Edic. impresa / Actualizado al 09/01/2023

Con mucha emoción terminaron los Juegos Paraolímpicos. A la emoción de las jornadas, y las vivencias de los deportistas, se agregan los recuerdos y la nostalgia, a la espera de otros cuatro años.

Los Juegos Paraolímpicos (preposición griega “para” -al lado de o junto a) y olímpicos. Allí se formó la palabra, guiada por el neurólogo británico Ludwig Guttmann, nacido en Alta Silesia, entonces parte del imperio alemán.

Esta vez 2,000 deportistas se reunieron en Tokio, tras un silencioso trabajo de dirigentes locales e internacionales. Durante doce días deportistas con diferentes lesiones, problemas, como usted quiera llamarlos, nadaron, saltaron y hasta corrieron apoyados por guías. Era la pasión de sentir, de vivir, algo deportivo, en el cuerpo de una mujer o varón allí presente.

Un dirigente, en el momento de la despedida, comentó: “nadie se quedó afuera”. Y nadie marginado desde cuando, en Roma, se izaron, por primera vez, las banderas y se escucharon los himnos. De aquello, hacen sesenta años cuando, en la tierra de Leonardo da Vinci o Rita Levi Montalcini, la neuróloga italiana, ganadora del premio Nobel de Medicina, se vivieran los primeros juegos en su tierra.

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En doce días, un grupo de mujeres y hombres, marginados por algunos, se hicieron ver. Mostraron aquello de lo que muchos hablamos, pero pocos practicamos: la sociedad inclusiva.

Esa sin límites para nadie, y con respeto para todos. Seiko Hashimoto, presidenta de Tokio, habló de sentirse desbordada y haber tenido un tiempo para aplaudir todos los días, muchos minutos para sonreír, y horas para compartir algo inolvidable.

Esperaremos, ahora, cuatro años. Tendremos la vista puesta en Francia. Allí será, esta vez, el lugar de días con sonrisa eterna, y de todos iguales. Tokio dejó la valla alta.

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