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OPINIÓN | María del Pilar Tello: ¿Entre la crisis presente y la futura?

La incertidumbre y la inseguridad se han adueñado del escenario lo que no es bueno para la política y menos aún para la economía.
11-08-2019

Por María del Pilar Tello / profesora universitaria, analista política y abogada.

La incertidumbre y la inseguridad se han adueñado del es­cenario lo que no es bueno para la política y menos aún para la economía. ¿El Congreso aprobará el adelanto de elecciones? Ya pasaron dos semanas del anuncio presi­dencial y las encuestas afirman un apoyo del 75% para la pro­puesta de Martín Vizcarra.

No será nada fácil. Con los días se ven las dificultades. Ambos po­deres se mantienen firmes uno en la propuesta y otro en el recha­zo con intransigencia con la que todos perdemos. Los escenarios posibles son negativos. Nada garantiza que un nuevo Congreso y un nuevo Ejecutivo serán mejores que los que actualmente tene­mos. El adelanto de elecciones no hará desaparecer automática­mente los problemas vistos durante el post fujimorismo y es una solución extrema que en sí misma es un mal ejemplo.

El Ejecutivo está en falta por desgobierno y mal manejo de la economía y de la violencia urbana, entre otros aspectos. El Con­greso no puede estar peor. Ambos tienen espacio para mejorar sin patear el tablero ni dar a la población respuestas que lo obli­guen a escoger entre la crisis presente y la futura.

Más que irse todos -a sabiendas que podrían dejar la posta a peores representantes y gobernantes- los políticos están obli­gados a ofrecer resultados vía un acuerdo mínimo de colabora­ción. El hartazgo ciudadano no puede ser usado para colocar al país en un disparadero.

Frente a la incertidumbre se levantan voces sensatas como la de Luis Iberico que ve un abanico de posibilidades frente al re­corte del período congresal y presidencial al 2020 y afirma que el adelanto de elecciones exige un diálogo con mayor fuerza entre el Legislativo y el Gobierno para un acuerdo de agenda mínima. Jaime de Althaus por su parte ve el adelanto de elecciones como una arbitrariedad que no debe pasar. Cree que el presidente de­bió reconocer los avances en la reforma política y no destruir la posibilidad de concertar una agenda de reformas desairando la rama de olivo que le extendió el presidente del Congreso.

Para el economista Roberto Abusada el adelanto de elecciones representa la cumbre del severo perjuicio que inflinge la clase po­lítica peruana a la nación. Que se vayan todos implica la desacele­ración del crecimiento y graves problemas que ahondarán la pa­rálisis con daños fácilmente computables que persistirán al 2020.

El adelanto de elecciones no es una solución a la crisis. Tam­poco lo es aceptar la posición de algunos congresistas que se oponen para quedarse con sus privilegios en especial su inmu­nidad ante investigaciones en curso.

Es momento del equilibrio y de la reflexión desde el interés colectivo. No sería saludable el precedente de solucionar toda colisión de poderes con la reforma de la Constitución o acabar con el otro poder haciendo que se vayan todos.

Ante el agotamiento de las promesas y del debate por pérdida de confianza y de credibilidad un hartazgo peligroso descarta todo análisis y reflexión en torno a propuestas inteligentes, viables, con­certables, inclusivas, que nos devuelvan el sentido de lo común. Po­demos estar dando paso al aventurerismo, a los sectarismos, revan­chas y verdades únicas de las cuales está sembrado el autoritarismo.

Estamos cerrando dos décadas de post fujimorismo pero na­die quiere volver al pasado del 1990 al 2000. Tampoco quere­mos un Ejecutivo incapaz que tira la toalla ni un Congreso en debacle de representación. Menos aún el precedente del facilis­mo de la reforma constitucional.

Es necesario un acuerdo para una agenda de leyes y reformas que responda lo que la gente exige en seguridad, economía y salud por mencionar las más evidentes. Ello permitiría acallar la grita de la calles, sin patear el tablero ni adelantarnos a una situación que no asegura nada. Necesitamos un acuerdo mínimo entre ambos poderes para atender las urgencias. Que los manda­tos culminen de acuerdo a lo decidido en las urnas. Que el Presi­dente opte por un gabinete de ancha base, multipartidario que le preste sostenibilidad y gobernabilidad. No sigamos remando en una tormenta de incertidumbre e impredictibilidad.