23/12/2018 / Exitosa Noticias / Edic. impresa / Actualizado al 09/01/2023
Cada año celebramos la venida de Cristo casi por costumbre. Las fiestas, los regalos, la buena comida nos indican que esta época especial del calendario es para olvidarnos un poco de los sinsabores sufridos en los meses pasados y vivir unos días de alegría y exaltación que se disiparán con la resaca del 1 de enero.
Pero hoy quiero pensar un poco en mi Navidad ideal y volver a poner a Cristo en el centro de los acontecimientos. No se trata de repetir el viejo slogan de “No hay Navidad sin Jesús”, sino de recordar que un principio fundamental de las creencias judeo-cristianas es que Dios hizo a los seres humanos a su imagen y semejanza. Es decir, nos hizo dignos de vivir en su creación. Y Cristo con su llegada y sacrificio fue un claro recordatorio de que podemos vivir sin el pecado del egoísmo y otros males que disminuyen nuestra dignidad humana. Así de simple: ser cristiano es ser digno y buscar la dignidad de nuestros semejantes mediante el respeto, la solidaridad, la justicia.
Perú indigno
Lamentablemente, este principio se olvida con demasiada frecuencia en nuestro país. El 2018 ha sido un año de grandes revelaciones que han destapado la podredumbre que abunda en algunas de nuestras instituciones y personajes políticos. Antes que nada, la corrupción, cuya evidencia hizo renunciar en marzo a un “presidente de lujo” y generó cambios que insinúan que por debajo todavía corre un torrente de miasma que tomará mucho esfuerzo erradicar. Gracias a la labor de algunos pocos fiscales y jueces probos se están tomando medidas largamente esperadas y avanzando en investigaciones que revelan el grado escandaloso del estupro que sangra nuestro presupuesto nacional, que es finalmente nuestro bien común. Los que se aprovechan de él y contribuyen a la pobreza y la desnutrición de nuestra población más vulnerable se hacen indignos a sí mismos y a los demás. Ninguna Navidad ni regalitos podrán borrar este error. Y lo mismo con los que se perpetúan succionando del Estado los fondos que deberían estar al servicio de todos (congresistas, funcionarios, etc.).
Votos de justicia
Otro gran olvidado en nuestro país es el medio ambiente. Ya lo dijo la encíclica Laudato Si, que pone sobre el tapete la profunda responsabilidad que nos compete para frenar el calentamiento global y la deforestación. Desde la cañita de plástico que arrojamos en la calle hasta la bolsa de plástico que desechamos luego de un primer uso, estamos envenenando nuestro ambiente y matando poco a poco a otros seres vivos. Es decir, estamos haciendo de la creación un lugar cada vez menos digno en el cual vivir.
Los peruanos y extranjeros que se benefician de un sistema neoliberal que ha probado ser desastroso para la preservación el medio ambiente deben recordar que con su conducta nos están matando a todos. ¿Celebraremos las fiestas con estos depredadores o debemos arrojarlos del templo de la creación como Cristo hizo con los mercaderes?
Difícil pregunta, pues Cristo también nos enseñó a perdonar. Pero, ¿hasta qué punto? Perdonar no significa olvidar, y menos cuando el mal se perpetúa. Hagamos votos para que la Navidad sea realmente una fiesta de nuestra dignidad y no del consumismo y la indiferencia.