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OPINIÓN | Giancarla Di Laura Morales: Mi recuento rocoto

Esta es la época del año en que críticos literarios, periodistas, activistas y escritores de todo calado hacen sus recuentos del año.
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06-01-2019

Por Giancarla Di Laura Morales / investigadora y crítica literal

Esta es la época del año en que críticos literarios, periodistas, activistas y escritores de todo calado hacen sus recuentos del año, destacando lo que les ha parecido más notable de la producción literaria en los doce meses que se han ido. Si bien esta es una práctica de larga data y que tiene muchos lectores, so­bre todo entre quienes se dedican al cultivo de las le­tras para ver si los mencio­nan, quiero ahora ofrecer una visión más abarcadora y a la vez cuestionadora de esta práctica de los recuen­tos literarios publicados en los medios masivos.

Me refiero a que nuestro periodismo cultural sigue enfrascado en una visión tradicional y discriminado­ra de la producción litera­ria que se hace en el país. Hablo desde un concepto amplio de literatura, que en el Perú no puede redu­cirse a la lengua dominan­te y el sistema de la escritu­ra impresa en español. Lo que suele entender como “literatura” en los men­cionados recuentos viene cargado de una visión neo­colonial de las prácticas discursivas, pues elimina del mapa todo lo que se hace en las cerca de cin­cuenta lenguas indígenas que todavía se hablan en nuestro país.

¿Dónde están las menciones a nuestros narradores orales, a nues­tros intérpretes de Ikaros amazónicos? ¿Dónde en la cabeza de nuestros perio­distas cabe siquiera una remota idea de la riqueza del mundo imaginario que se despliega en shipibo, en matsiguenga, en quechua de distintas variantes, en fin, en todas aquellas len­guas que constituyen un riquísimo legado que du­rante siglos de occidenta­lización no ha podido ser eliminado? Ni siquiera las protestas feministas, que reclaman por una justa visibilidad, avizoran la dimensión del proble­ma, pues se reducen a enumerar hasta la últi­ma bequita o distinción ganada por alguna de sus correligionarias.

Ya lo había dicho el maes­tro Antonio Cornejo Polar desde los años 70: en el Perú coexisten de mane­ra superpuesta y asimé­trica distintos sistemas literarios, de los cuales, el dominante en español es apenas la punta de un ice­berg inmenso de idiomas y culturas que son en realidad la forma de expresarse de la mayoría de la población.

Así que, querido lector, no se deje llevar por los fuegos fatuos de los recuentos, que en varios casos, además, favorecen los intereses de editoriales comerciales. En otras palabras, se trafica con los prestigios literarios para vender mejor.

Pero si de todas maneras le gusta leer en los géneros de formato europeo, es decir, en géneros como el cuento, la novela o la poe­sía impresa, mis gustos van abiertamente por el libro de cuentos Siete noches en California y otras no­ches más... y la novela La culturalfrontera del paraíso, de Eduardo González Viaña, agudos testimonios de la migración latinoamericana a los Estados Unidos, drama que viven decenas de miles de peruanos, ficcionalizados en una prosa de gran factura que no escatima giros hacia el mundo de los sueños y la magia.

Otra notable novela repu­blicada este año (apareció en versión digital el 2012) es El espía del Inca, de Rafael Dummet, que dramatiza el encuentro de Cajamarca de 1532 a través de personajes muy bien diseñados que además acusan rasgos cul­turales propios de su proce­dencia étnica y lingüística.

En poesía destaco la reco­pilación Lejos de todas par­tes de Carlos López Degrego­ri y la edición peruana de El Zorro y la Luna. Poemas reunidos 1981-2016, de José Antonio Mazzotti, que reci­biera este año el galardón de poesía más importante de América Latina, el Premio José Lezama Lima que otor­ga Casa de las Américas en Cuba a una obra publicada. Este premio, cabe destacar, solamente lo han recibido antes dos peruanos, José Watanabe el 2002 con La piedra alada y Carlos Ger­mán Belli el 2009 con Más que señora humana.

Por supuesto que hay mu­chos otros libros que he leído y que merecerían mención, pero para eso remito a mis lectores a los recuentos ya mencionados, que, después de todo, cumplen en cierta medida con informar, si bien sesgadamente en su mayoría, la literatura europeoide que se hace en el Perú. El mejor recuento, a mi parecer, sigue siendo el de Ricardo González Vigil en Caretas (viernes 28 de diciembre), que es mucho más abarcador y sereno que los de El Comercio, La Repú­blica, El Peruano, Perú 21 y otros medios cuyas páginas culturales siguen siendo el mismo y aburrido ejercicio de la convencionalidad.

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