OPINIÓN | Eduardo González Viaña: Túpac Amaru en un parque de Madrid
Levantó en armas a la América andina en 1780. Se adelantó a los enciclopedistas franceses en hacer suyas las ideas de libertad y de justicia, proclamó a la abolición de la esclavitud y, por fin, su levantamiento puso en peligro al imperio español en el continente descubierto por Colón.
Se llamaba Túpac Amaru. Y, sin embargo, está ahora, en febrero del 2023, enfrente de nosotros, hablando de cine en el madrileño parque de El Retiro. Christian Esquivel, actor trujillano de 44 años, ha sido invitado por la agregaduría cultural del Perú en España para que relate, ante decenas de jóvenes peruanos y españoles, los papeles que ha interpretado como hombre de teatro y cine bajo la batuta de Pedro Almodóvar aquí o de Steven Soderbergh en Hollywood.
Sin cambiarse de ropa o usar maquillaje, Chris tian es, de pronto, César Vallejo o Túpac Amaru, o quizás alguno de los personajes de la serie televisiva “Los otros libertadores” que ha venido a promocionar. Además, a pedido del público, está pronto a dar una clase de historia sobre ellos.
“Los otros libertadores”, está preseleccionada para los premios Platino de este año. Más, “Llegaron de noche”, el film en que participa, aparecerá en el Festival de Málaga y nuestro compatriota será recibido con alfombra roja.
- ¿Va a desaparecer el teatro? - le preguntó.
- ¡Nunca! El teatro no puede morir porque la humanidad siempre necesitará un espejo.
No solamente ha encarnado personajes asombrosos como Túpac Amaru o Vallejo. En una película encarnó a un miserable llamado Mario Terán, el militar boliviano a quien le ordenan matar al “Che”
- En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban. Sentía que se me echaba encima y me dio un mareo. Pensé que me iba a quitar el arma. Póngase sereno -me dijo el guerrillero- y apunte bien, ¡va a matar a un hombre!
Esta tarde, en el consulado general del Perú, en cuya red se podrá ver la serie, Christian habló también de las obsesiones que lo mueven desde que se recibió en Trujillo de ingeniero cibernético y dejó la profesión para subir a las tablas.
Está tan convencido que me convence y me hace saber que no es posible vivir sin una causa perdida, un amor difícil, alguna creencia desesperada en el porvenir. Es la mejor forma de vivir. Si no fuera así, los hospitales estarían colmados de locos
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