OPINIÓN | Dennis Falvy: La inflación alimentaria
El IPC del INEI, que mide la inflación, supone una canasta fija y cambio sólo en los precios para 12 divisiones y más de 800 items. Es decir, no hay un análisis fino, de cómo la canasta alimenticia en realidad afecta a los más pobres y no hay un monitoreo de alimentación dada como subsidio a capas necesitadas de la población.
Es obvio que para los más pobres la incidencia de la suba alimentaria es perniciosa y eso de haber bajado el IGV y el selectivo es absurdo y propio de este gobierno sin gente operativa que sepa direccionar subsidios y no hacerlos generalizados. Pero ¿por qué suben los alimentos? No es solo por la guerra rusa con Ucrania, aunque ella es tal vez una gota importante para el vaso de agua.
Todo se remonta al Covid-19, en que las empresas cierran porque hay confinamiento, la producción baja por falta de transporte y se reduce la mano de obra estacional, más que nada la migrante. Para remate hay sequías en Brasil en el 2021 que afecta la soja; mala cosecha de trigo en la China y la oferta de Rusia y Ucrania que representan casi un tercio del trigo y la cebada del mundo, y dos tercios de las exportaciones mundiales de aceite de girasol utilizado para cocinar.
Ucrania es el cuarto exportador mundial de maíz. Indonesia prohibió la mayoría de las exportaciones de aceite de palma a finales de abril para garantizar el suministro interno de aceite de cocina, cortando el suministro del mayor productor mundial de este aceite comestible utilizado en todo tipo de productos, desde pasteles hasta margarina. Los precios de los lácteos y de la carne alcanzaron un récord en abril.
Expertos señalan que el problema de la seguridad alimentaria no podrá resolverse sin que se restablezca la producción agrícola ucraniana y la producción rusa de alimentos y fertilizantes en el mercado mundial. El Banco Mundial prevé que los precios del trigo podrían aumentar más de un 40% en 2022. Se vienen tiempos complicados.
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